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Agrimensor, Alcalde, Alejandro Pérez Moya, Armas, Aurotización, Calzado, campo de criptana, Cartucho, Ciudad Real, Comisionista, Concesión, Explosivos, Forma, Gobernador Civil, Guardia Civil, Homero, Horma, Lector, Legislación, Primitivo Molina Rodríguez, Provincia, Venta
Habrás ya a estas alturas advertido, querido y atento lector, que cuantas veces he dicho en el pasado que en Campo de Criptana había casi de todo, no me faltaba razón. Por haber, había hasta agrimensor, que es oficio de nombre profundamente latino. Y por eso y por más cosas es tan sonoro, “agrimensor”, es decir, el que mide el campo, función necesaria allí donde el campo es razón y causa de vida. Esto del agrimensor era en 1879, según nos dice el Anuario-Almanaque del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Administración, ó Almanaque de las 400.000 señas (Bailly-Baillière), núm. 1, 1879, p. 617. Y había también comisionistas, y hasta comisionistas especializados “en frutos del país”, como nos dice este mismo Anuario, en este caso del año 1886, p. 1025. Y ricemos más el rizo, porque había en 1886 hasta un hormero, que es oficio bien especializado y complejo de técnica, y nos vamos también con esta palabra al latín, pues viene “horma” de “forma”, y ¿qué es una horma sino un artilugio para dar forma al calzado?
Pero lo que yo hasta ahora no sabía era es que incluso hubo en Campo de Criptana una concesión para la venta de explosivos. Esto fue en 1935. El Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real del 20 de diciembre de 1935 publicó una circular del Gobierno Civil de Ciudad Real, con el título “Armas y explosivos”. En ella se ponía en conocimiento de los alcaldes de los respectivos pueblos de la provincia y de la Guardia civil en cumplimiento de la legislación vigente, la relación de:
… las autorizaciones concedidas en esta provincia para la venta de explosivos, cartuchería y armas.
Con arreglo a ello, los comandantes de puesto de la Guardia Civil tendrían que proceder a comprobar en sus respectivas jurisdicciones que los datos fuesen correctos y a dar cuenta de cualquier omisión que observasen.
Una de estas autorizaciones para venta de explosivos correspondió a Campo de Criptana, a Primitivo Molina Rodríguez. La concesión era efectiva desde el 30 de junio de 1934, y le ofrecía la posibilidad de poder de vender solo cartuchería. Suponemos que sus principales clientes serían los cazadores, que muchos había por aquel entonces en Campo de Criptana. Respecto a otros pueblos hubo otras posibilidades: cartuchería y explosivos, armas, o armas y explosivos. El anuncio está firmado en Ciudad Real, el 6 de diciembre de 1935, por el gobernador civil, Alejandro Pérez Moya. Como iba diciendo, en Campo de Criptana hubo de todo.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO