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Pozos...: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Pozos…: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Tarde o temprano todo sale a la luz, lo bueno y lo malo. Las mentiras también salen. Hay mentiras piadosas, mentiras jocosas, mentirijillas, picarescas, y hay mentiras grandes, y hay embustes. El listado de variaciones sería grande, tan grande que no habría quizá catálogo que pudiera recogerlas todas, y dar cuenta de todas detalladamente. Puede que, incluso, no tengamos nombres para conceptos que ya existen, y un concepto sin realidad no tiene futuro y no va a ningún sitio. Lo malo es que la historia desvela mentiras y mira para otro lado, como si no hubiera pasado nada, como si la mentira, muchas veces fuera una lengua franca, un lenguaje común admitido por todos, hablado por todos y entendido por todos. Hay mentiras que no van a ningún sitio, e importa poco que la historia las juzgue o no, pero ahí quedan escritas en las fuentes, para que la posteridad las conozca, que no es poco. Otras tienen un recorrido largo, pero, al final, quedan en nada.

Nos ocuparemos hoy del «affaire» que hemos dado en llamar de acuerdo con los tiempos que corren «Operación Guindalera», por el pozo en cuyas obras estuvo la raíz del problema, o «affaire» Herencia, por el nombre del maestro albañil que, supuestamente, incurrió en mentiras e intentó engañar al Ayuntamiento criptanense cobrándole conceptos no ejecutados.

Todo empezó en septiembre de 1883. Según consta en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real del 19 de octubre de ese año, en la sesión ordinaria del día 3 de septiembre la corporación acordó que se abonasen 26 pesetas al maestro de obras Juan Herencia por los jornales invertidos:

… por él y sus peones en las obras del pozo de la Guindalera que se está construyendo.

Poco después, en la sesión del día 19 de septiembre, volvió a acordarse un nuevo abono a Juan Herencia por la misma obra. La cantidad era en este caso de 14 pesetas con 75 céntimos:

… importe de la pólvora y mecha que ha invertido en los barrones que se llevan hechos en las obras del pozo de la Guindalera.

Pozos, pozos...: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

Pozos, pozos…: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

Dos meses después, en la sesión del día 19 de noviembre, el asunto explotó. Se explicaron las cuentas que había presentado Juan Herencia por los jornales del pozo de la Guindalera, pero el regidor las impugnó, por lo que quedaron pendientes de aprobación hasta que fuese llamado el maestro albañil para dar explicaciones sobre ellas. Varios concejales insisten entonces en que se llame en ese mismo momento a Herencia, pero el alcalde decide posponer el llamamiento para no entorpecer la marcha del pleno. Dos concejales, los Sres. Olmedo y Herencia (que pariente sería, suponemos, del maestro albañil), exigieron que se le llamase en el acto; de no hacerlo así, abandonarían la sesión. Hubo una trifulca entre tanto, y al final, antes de que terminase la sesión, por fin se llamó a Juan Herencia. De su actitud ante la corporación nos habla lo que quedó consignado en el extracto publicado en el Boletín provincial:

… resultando de sus contestaciones ciertos hechos que atacan la dignidad de personalidades del Cuerpo municipal se promovió discusión, que por la gravedad de sus formas, tuvo que declarar por la presidencia la suspensión de la sesión, y se disolvió la concurrencia.

Pozos, pozos y más pozos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Pozos, pozos y más pozos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Parece que las obras continuaron hasta el final, pero quedó el asunto oculto bajo un turbio velo. En la sesión del día 10 de diciembre de ese mismo año, nos cuenta el Boletín provincial (25 de enero de 1884) que el pleno acordó abrir un expediente sobre el tema:

… para esclarecer los motivos y circunstancias que existan sobre el exceso de jornales que dice haberse puesto de más en ciertas cuentas presentadas y pagadas al Maestro encargado de las obras del pozo nuevo de la Guindalera, Juan Herencia, para resolver lo que corresponda.

Así fue la «Operación Guindalera», o el «affaire Guindalera», o el «affaire Herencia», llámele el lector como quiera, que para todos los gustos hay y, en esto de los gustos, como bien es sabido, no hay que meterse a discutir. Durante tres meses sembró esta cuestión la disensión en los plenos del Ayuntamiento, durante tres meses no hubo paz en los plenos, durante tres meses se aprobaban pagos a Herencia y luego se le reprobaban. La mentira, en esto, es inmisericorde.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO

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