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La Tercia: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

La Tercia: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Hubo un tiempo, como decíamos hace unos días, en que tenía Campo de Criptana dos mercados a la semana. Son tiempos ya muy lejanos. Yo ya solo conocí las semanas de un solo mercado y era hace mucho, mucho tiempo, y creo que en sábado. Pero, hay algo que olvidaba. En Campo de Criptana el mercado no se llama mercado, se llama «plaza», porque en la Plaza Mayor criptanense se celebraba allá por comienzos del siglo XX, y de ella tomó su nombre, y lo conserva aún, cuando ya hace mucho que no se celebra en la Plaza Mayor. He aquí la metonimia. La «plaza», el mercado, es lugar de visita obligada los martes. Acelgas, espinacas, lechugas y cebollas, y fruta, y lo que se tercie, porque en un mercado, en la «plaza», hay de casi todo lo que se vaya buscando.

Recuerdo hace ya muchos, muchos años, el mercado, o «la plaza», en la Plaza de la Tercia. ¿Hará ya de esto cuarenta años? Puede. No lo sé. A veces los recuerdos no se pueden ubicar bien en el tiempo. No tenía esta plaza entonces el casetón que tiene hoy, ni los exiguos jardines de hoy. No era parada del «arteaga» todavía. Otra metonimia. Era plaza entonces explanada, lugar adecuado para la «plaza».

Bazar de Shiraz (Irán): Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Bazar de Shiraz (Irán): Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Hay una imagen que quedó, no sé por qué, grabada en mi memoria. Hay quizá acontecimientos más importantes en la vida que se olvidan; otros, que parecen no tener importancia, en cambio, se recuerdan siempre. En esto de la memoria y los recuerdos no se pueden establecer normas y leyes. El capricho es la única ley.

Esa imagen es la de una mañana temprano de invierno, día gris, día de niebla, día quizá, prenavideño… y «la plaza» en la tercia, y los herencianos, y sus cajas de frutas y de verduras, bien colocadas en sus puestos. Eran tiempos sin bolsas de plástico; se llevaba entonces la «chivata», ese bolso en forma de red en el que cabía casi todo lo que se quisiese poner y que no recoge el DRAE. Supongo que se escribirá con «v», pero como el DRAE no impone aquí normas, quien lo quiera escribir con «b» que lo escriba. Somos libres en esto. En la «chivata» se ponían las cebollas, las naranjas, los tomates, los pepinos, los calabacines, y asomaban por sus bordes las hojas de la acelga, de las espinacas y de las lechugas. ¿Y el brócoli? No, entonces el brócoli era muy raro. Y como en la chivata se veía toda la compra, pues tenía forma de red, digo yo que por eso se llamaría «chivata», porque se «chivaba» de tus preferencias culinarias vegetales y dejaba tu compra al descubierto y a la vista de todos.

Recuerdo de aquellos días sobre todo el cielo gris y plúmbeo, la niebla unos días, la amenaza de lluvia otros, y, resistente, a los fenómenos adversos, el mercado criptanense, o «la plaza», para ser más exactos, con sus puestos bien ordenados.

Un día gris: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Un día gris: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

A los pocos años se trasladó «la plaza» a otro lugar, y luego a otro, y así hasta dar con su ubicación actual. Cambió de espacio y de tiempo, porque hoy ya es en martes, pero, lo recuerdo, no hace tanto que se celebraba en sábado. La «plaza» de Criptana es en esto culo de mal asiento, y le ha costado encontrar su lugar en el callejero criptanense. Otros lugares en los que recuerdo que se ponía la «plaza» son la calle Fernández Calzuelas y Pío XII (haciendo forma de Y), la actual avenida de Sara Montiel, y luego en otras ubicaciones, hasta llegar al sitio que ocupa hoy, más allá de la N-420, donde Criptana deja de ser Criptana para convertirse en polígono. Lo dejamos aquí por hoy. Seguiremos hablando de la «plaza» mañana.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO