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Tuvo en otros tiempos Campo de Criptana corresponsales de prensa. Ya citamos en su momento a los dos principales de comienzos del siglo XX: Jacinto Cuadra, corresponsal y encargado de suscripciones del Anuario Riera, y Maximimo Cuadra, corresponsal del periódico El Pueblo Manchego.

Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

A ellos y a sus crónicas, especialmente al segundo, debemos esa rica imagen que podemos ir haciendo del Campo de Criptana de las dos primeras décadas del siglo XX (véanse: Jacinto Cuadra, corresponsal, comisionista y pluriempleado, Campo de Criptana, 1882-1903; El corresponsal Maximino Cuadra y la iglesia de Arenales, Campo de Criptana, 1912; y Maximino Cuadra, corresponsal… y la búsqueda del tesoro, Campo de Criptana, 1912). Nada escapaba a su comentario, nada quedaba fuera de su escrutinio. Sus crónicas recogían con gran detalle acontecimientos de la vida social criptanense, de la vida económica también e, incluso, de los sucesos que de vez en cuando sacudían la vida tranquila y placentera del Criptana de aquellos años. De todo tiene que haber en la viña del Señor, y Criptana no podía ser una excepción. Pasaban cosas buenas, pasaban cosas malas; surgían buenas noticias y surgían malas. Es cierto, sin embargo, que son más noticia las malas que las buenas, y que éstas, generalmente, no llegan a la prensa y no atraen el interés del público, que prefiere en estos casos el morbo a lo cotidiano.

Dejemos ahora estos años de comienzos del siglo XX y retrocedamos unos setenta años más en el tiempo. Nos situaremos en el año 1844, año en que Campo de Criptana vivió varios sucesos. Moría en aquel año de grave y larga enfermedad la hija del conde de C… (véanse: La letal, fulminante y extraña enfermedad de la hija del conde de C…, Campo de Criptana, 1844, I: Los orígenes; La letal, fulminante y extraña enfermedad de la hija del conde de C…, Campo de Criptana, 1844, II: Continúa la cuenta atrás…; La letal, fulminante y extraña enfermedad de la hija del conde de C…, Campo de Criptana, 1844, III: El fatal desenlace; La letal, fulminante y extraña enfermedad de la hija del conde de C…, Campo de Criptana, 1844, IV: Epílogo). En aquel año, también, los cuatreros asolaron las ganaderías locales (véase: Cuatreros en Campo de Criptana, 1844), las plagas de langosta devoraron los campos y hubo elecciones (véase: Noticias de Campo de Criptana en 1844: La plaga de langosta, las elecciones y el clero).

Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Estaba muy presente Campo de Criptana en aquel año en la prensa. No es extraño. Por ese tiempo tenemos plena constancia de que en esta localidad vivía un corresponsal de prensa que cubría las informaciones de la comarca. Desconocemos su nombre, porque firma sus escuetos con un sencillo «N. corresponsal». Pero de que enviaba sus crónicas desde Campo de Criptana y en esta localidad se hallaba su centro de operaciones y, seguramente, su residencia, estamos plenamente seguros.

Un ejemplo lo tenemos en el periódico La Postdata, núm. del 21 de agosto de ese año de 1844. En la página 2 encontramos una extensa crónica sobre La Mancha enviada desde Campo de Criptana el día 19 de julio. Dos noticias centraban el interés del corresponsal. Una era el rumor que había extendido un posta que había pasado por Quintanar de la Orden procedente de Valencia según el cual la reina Isabel II

… se hallaba enferma de alguna gravedad, puesto que se había suspendido su marcha a la corte, a pesar de la espectacion general y de las medidas tomadas para caminar lo mas veloz posible.

El texto carece casi completamente de tildes, peculiaridad que hemos en el fragmento precedente. Parece, sin embargo, que este rumor era falso. Dice el corresponsal a continuación que la reina seguía viaje sin novedad hacia la corte y que al día siguiente pasaría el cortejo real por Quintanar de la Orden.

La otra noticia es que el clero parroquial no había aún cobrado sus emolumentos, aunque conservaba la esperanza de hacerlo, a pesar de que desde 1837 no había «recibido un maravedí». Por aquel tiempo estaban encargados los alcaldes de los pueblos de este pago, según dice también el corresponsal. Campo de Criptana, seguramente, no era una excepción.

Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Campo de Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Hasta aquí, pues, lo que teníamos que decir sobre este corresponsal, anónimo, misterioso, culto como indica su estilo y su buen uso de la lengua. También corresponsales; como siempre decimos, Campo de Criptana tuvo de todo, hasta corresponsales y, además, en época tan antigua.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO