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Decíamos ayer que las excavaciones ilegales se habían cebado en el yacimiento arqueológico del paraje de La Hidalga. Nos basamos en la información que en abril de 1989 publicaba la revista Bisagra (véase: Notas sueltas y dispersas sobre La Hidalga, V. Campo de Criptana 1989, I). Aquello era solo un preámbulo.
Unos meses después, la cuestión volvió a resurgir y parece que fue en ese momento cuando quedó de relieve la gravedad de la situación. Nunca tanto como en aquella ocasión había corrido tanto peligro el yacimiento de La Hidalga.
Veremos hoy qué nos decía al respecto Milagros García Gajate en su artículo titulado Más furtivos en La Hidalga que se publicó también en la revista Bisagra, en el núm. del 19 de noviembre de 1989.
Ya resulta alarmante, y con toda la razón, el encabezamiento del artículo, que dice así:
Los intentos por descubrir la ubicación de las diferentes ciudades romanas de la zona, especialmente la ibero-romana Alces, han desbocado la afición a la arqueología furtiva. Con profundos conocimientos algunos, con gran desconocimiento otros, pueden contarse por cientos los buscadores de cualquier vestigio del pasado.
Estas palabras nos pueden dar una idea de la plaga de intervenciones ilegales que se multiplicaron por la comarca en aquella época. Contábamos en otra ocasión que Antonio Blázquez había situado en La Hidalga la antigua y muy mítica ciudad de Alces. Fueron muchos después quienes quisieron descubrir esa ciudad, pretendiendo quizá emular a Schliemann y que su Alces sería su Troya. Y causaron daños en este yacimiento y en otros.
Era el paraje de La Hidalga, según la autora del artículo de Bisagra, uno de los lugares arqueológicos más explorados. Tenía toda la razón. Pero fue sobre todo en 1988 cuando surgieron las primeras denuncias de excavaciones ilegales. La cuestión llegó, según nos cuenta García Gajate, al Museo Provincial de Ciudad Real, cuyo director a la sazón, Alfonso Caballero, visitó la Hidalga para evaluar los daños. Cuenta el artículo algo muy interesante: que ante esta situación el Ayuntamiento convocó a los “furtivos conocidos”
… y les animó a abandonar las excursiones a esa zona.
Y llegó la calma… y La Hidalga encontró el descanso, pero sólo por un tiempo. Las excavaciones ilegales volvieron, pero en este caso de la mano de aficionados, que, según rumores, podrían proceder de pueblos vecinos como Quero y Alcázar de San Juan. Y de nuevo expresó su protesta el director del Museo Provincial.
Aquí acaba la cuestión sobre las excavaciones ilegales que se trata en la primera parte del artículo de García Gajate. En la segunda parte nos expone esta autora en qué radica la importancia de La Hidalga como yacimiento y cuál era su aportación a la historia antigua de la comarca, pero eso ya es asunto de otro día. Seguiremos hablando mañana sobre La Hidalga y sobre este artículo publicado en Bisagra, seguiremos poniendo de manifiesto cuánto daño se ha hecho al yacimiento y nos lamentaremos, porque no queda otro remedio, por la información que se haya podido perder para siempre, por esa laguna que quedará sin llenar en la historia antigua de la comarca… para siempre. Quod factum, factum.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO