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Nos ha traído al artículo de hoy lo que en los días pasados hemos dicho sobre el idolillo ibérico hallado en el término criptanense, si en Villajos o en La Hidalga no lo tenemos claro, aunque sería este último el lugar más probable del hallazgo. Así, rebuscando y rebuscando, unas cosas nos llevan a otras, y ese hilo del que no hacemos más que tirar continuamente no se acaba nunca… no podemos vislumbrar todavía el extremo, quizá porque no lo tiene. Quiero decir con esto que todavía nos queda carrete para rato en esto de hablar de arqueología criptanense, y de todos los vestigios de viejos tiempos que estas tierras nos han ido sacando a la luz a lo largo de los siglos, como por azar, como por casualidad, que es como acontecen los principales descubrimientos. En esto el azar es juguetón… y mucho.
Dijimos que el idolillo ibérico estaba en 1897 en posesión del médico criptanense José Joaquín Sánchez Villacañas, o José Joaquín Villacañas y García, pues, como ya hemos dicho en alguna ocasión, pensamos que podrían ser la misma persona a pesar de la discrepancia en los apellidos. Es posible, por lo que vamos a decir a continuación, que no fuese la única pieza de interés arqueológico que poseyera el médico; quizá tenía toda una colección. Pero no era el único, porque allá por finales del siglo XIX había más coleccionistas de este tipo de vestigios en la localidad.
Dejamos a un lado los escritos de Antonio Blázquez, que tanto y tanto nos han ilustrado en los últimos artículos, y nos vamos a otra fuente de información inagotable y de gran interés:el Diccionario histórico geográfico, biográfico y bibliográfico de la provincia de Ciudad-Real, del presbítero Inocente Hervás y Buendía, Tomo I (Ciudad Real: Imprenta de Ramón Clemente Rubisco, 31914). En la página 249, nota 2, nos da cuenta de los nombres de los coleccionistas de Campo de Criptana y de los lugares de los que proceden sus piezas:
Los Sres. D. Juan Manuel Alarcón, D. José Joaquín Villacañas y D. José Beamud Quevedo, Presbítero, coleccionaron varios objetos arqueológicos hallados en el Cerro de Criptana, Puente de San Benito y Huerta del Villar, Necrópolis de Villajos, los que en Marzo de 1892 remitieron a la Comisión provincial de Monumentos para que figuraran en su Museo. El citado Sr. Villacañas conservaba un Ídolo Ibérico hallado asimismo en Criptana, cuyo estudio hizo D. José R. Mélida y publicó en la «Revista de Archivos», t. 1º, pág. 146, 1897, demostrando ser pesa en la romana usada por algún boticario, medicamentarius, en el uso de su profesión.
He aquí, pues, los tres coleccionistas. De los tres ya hemos hablado en alguna ocasión en este blog, de Villacañas recientemente, y de Alarcón y Beamud por aquí y por allá en artículos diversos. Recordemos algo sobre estos dos últimos. Juan Manuel Alarcón , «y Garay» de segundo apellido, era abogado y vivía hacia el año 1878 en la calle del Pósito, núm. 2. Figuraba entre los contribuyentes más potentados de la localidad (véase: La adhesión de J. Manuel Alarcón a la Liga Expiatoria de la Juventud, Campo de Criptana, 1886). José Beamud Quevedo fue párroco de Campo de Criptana, y como tal aparece en el último cuarto del siglo XIX. Vivía en la calle Concepción, núm. 2, y a partir de 1891 sería capellán del cementerio de Campo de Criptana (véase: La calle Concepción, los cementerios y un terrible suceso, Campo de Criptana, 1877-1929).
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
Muy interesante y curiosa toda eta serie «arqueológica», desconocida por completo para mí, salvo alguna referencia fragmentaria que asocio al nombre de don Deogracias Estavilla a través, cómo no, de mi respetado y querido don José Antonio Sanchez Manjavacas. Esta historia daría para un relato fabuloso con sólo unos añadidos, una simbología esotérica al idolillo, unas gotitas de ambiciones, algún robo y otros aderezos semejantes. Estupendo
Estimado Vicente: Muchas gracias por su comentario. Efectivamente, es un tema apasionante, no tanto por las cuestiones arqueológicas en sí mismas sino por todas las historias que giran en torno a ellas.
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