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Roma (Los foros): Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Roma (Los foros): Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Así, como quien no quiere la cosa, hemos estado recorriendo lugares y tiempos criptanenses, y estábamos por la Hidalga y hemos ido a parar, casi de repente, a Certima. Pero que no extrañe: el destino de Certima estaba vinculado estrechamente a Alces, y viceversa.

Y en Certima dejábamos el artículo de ayer, precisamente en el momento en que su futuro pendía de un hilo, en que faltaba poco para que esa espada de Damocles romana que pendía sobre ella, y sobre toda la Celtiberia, cayera violentamente. Nos basábamos en el relato de la conquista de Alces y de Certima que hacía el historiador romano Tito Livio en su Ab urbe condita (XL, 4, 47-49), pero según la adaptación española que en 1836 hacía Miguel Cortés y López en su libro titulado Diccionario geográfico-histórico de la España Antigua, Tarraconense, Bética y Lusitania, con la correspondencia de sus regiones, ciudades, montes, rios, caminos, puertos e islas a las conocidas en nuestros días (Tomo II, Madrid: Imprenta Real, 1836), págs. 122-123.

Recapitulemos lo dicho ayer para que el lector se sitúe convenientemente en el escenario de los hechos. Llegó Sempronio Graco de Roma a Hispania dipuesto a conquistar, empresa que comenzó en 181 a. de C., año en que fue pretor. Llegó y vio. Y venció. Y tomó en su avance hacia el centro de la Península la ciudad de Munda y, poco después, se presentó a las puertas de Certima, ciudad fuerte, dispuesto a asediarla y a tomarla. Cuenta Tito Livio que se presentó una legación de Certima ante Sempronio Graco para negociar y para dejar claro que pensaban resistir. Y fueron a pedir ayuda a la cercana Alces. Volvieron, y ahí quedó todo ayer: en unos comisionados sedientos y unos romanos burlones, y el más anciano dispuesto a iniciar su parlamento. Lo retomamos, pues, en la pág. 124 del libro de Cortés:

Entonces el más anciano de todos habló y dijo. Nos envía nuestra nacion para saber de tu boca con qué confianza has venido á traernos la guerra á nuestra casa. A esta demanda respondió Graco que había venido fiado en un brillante ejército que podrian reconocerle si gustaban, para que pudiesen cerciorar á sus comitentes. Y dicho esto manda á sus tribunos que pongan á los peones y caballos sobre las armas, y los hagan desfilar á su presencia. Cuando ya lo hubieron visto con asombro, disuadieron á sus Príncipes de enviar socorro alguno á la ciudad de Certima, que tenia sitiada Graco. Los vecinos de esta viendo que en vano clamaban por socorro con fogatas que hacian desde las torres, como habian convenido por señal de verse apurados, desesperanzados de la única esperanza, se rindieron. Pidióseles por tributo cuatrocientos y veinte mil sextercios en dinero, y cuarenta de los mas nobles caballeros, que aunque no les dieron el nombre de rehenes, antes los asociaron á sus filas, en realidad no eran otra cosa que prendas y garantes de la prometida fidelidad.

El cerro de Criptana: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2012)

El cerro de Criptana: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2012)

Así, pues, se rindió Certima según cuenta Tito Livio, en versión española de Miguel Cortés. Tengo que insistir en algo que ya ha salido a relucir en otros casos: ¿Era Certima realmente tan poderosa? ¿Era una plaza fuerte tan importante y con tantas torres? ¿Era tanta su población que tenía tantos caballeros y tanto poder? ¿Podía reunir una ciudad celtíbera como Certima la cantidad de dinero que se pidió como tributo? Lo dudamos. Pensamos que Tito Livio exagera el poder de Certima para lustrar la carrera de Sempronio Graco: un general de prestigio se merecía botines de prestigio; un general avezado se merecía ciudades inexpugnables; la gloria de Roma, en definitiva, precisaba de contrincantes a su altura. Así tenía que serlo Certima a los ojos de Tito Livio y así tenía que dejarlo escrito para sus contemporáneos y para las generaciones venideras. La historiografía es así.

Una vez tomada, o mejor dicho, rendida Certima, se encaminó Sempronio Graco hacia su próximo destino: Alces. Pero esto ya es tema para otro día. Hagamos una última consideración sobre el lugar en el que quizá estuvo el campamento de Sempronio Graco. Reconoce la tradición que fue en el paraje llamado El Real, cercano al cerro de Criptana. Así, encontramos, por ejemplo, en el artículo titulado Un manchego por Cervantes, que se publicó en la revista La Lectura Dominical (año XII, núm. 592, del 6 de mayo de 1905, pp. 8-9) lo siguiente:

En el cerro de la Virgen estaba la antigua ciudad de Criptana y más antigua Certima […] El real tiene este nombre porque en él estuvo acampado un fuerte ejército romano al mando del pretor Tiberio Sempronio Graco, que traía el pensamiento de tomar á Certima .

Véase, al respecto: El cerro de Criptana (Campo de Criptana, 1905). Tendremos más oportunidades en el futuro de tratar con más detalle sobre este paraje de El Real y de aducir fuentes académicas al respecto. Por el momento, con esto nos basta y nos sobra.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO