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Y seguimos girando, cual peonza, de un lugar a otro, de un punto de la Celtiberia a otro, y así, volvemos a La Hidalga, si es que realmente se puede identificar en este lugar el antiguo solar de la vieja Alces celtíbera como quería Antonio Blázquez. Y vamos siguiendo los pasos de Sempronio Graco, el general que consumó la conquista de la Celtiberia para Roma, allá por el año 180 a. de C. Lo dejábamos ayer ya dueño de la celtíbera Certima que, como decíamos, identifican todas las fuentes con el cerro de Criptana.

El cerro de Criptana: Óleo de José manuel Cañas Reíllo (2007)

El cerro de Criptana: Óleo de José manuel Cañas Reíllo (2007)

Y continuó su camino Sempronio Graco y se dirigió a su próximo objetivo, que era Alces. Fue fácil la toma de Certima; no fue, realmente una conquista, sino una rendición. Otra situación se encontraría en Alces, porque no sería todo tan sencillo. Recordamos que la fuente que nos proporciona detalles sobre estos acontecimientos es el Ab urbe condita (XL, 4, 47-49) de Tito Livio, pero aquí nos basamos en la deliciosa versión de que de este autor hace Miguel Cortés y López, Diccionario geográfico-histórico de la España Antigua, Tarraconense, Bética y Lusitania, con la correspondencia de sus regiones, ciudades, montes, rios, caminos, puertos e islas a las conocidas en nuestros días (Tomo II, Madrid: Imprenta Real, 1836, págs. 123-124).

Seguimos hoy, pues, las andanzas de Sempronio Graco por las tierras criptanenses de hace más de dos mil años de la mano de Tito Livio en versión de Cortés. Nos vamos, para ello, a las págs. 123 y 124 de su libro:

Desde aquí ya se dirigió [Sempronio Graco] á la ciudad de Alces, donde estaba el real de los celtíberos (Alcázar de S. Juan), de donde poco há habian venido los legados. Habiéndolos tentado y ejercitado algunos días, atacándolos en pequeñas escaramuzas con las tropas ligeras, de cada vez los iba tentando mas por ver si los obligaría á salir de sus trincheras. Luego que consiguió este intento, mandó á los príncipes aliados que se replegasen, y como quien huye de una fuerza superior se retirasen al campamento, y en el que él tendría apercibidas sus tropas junto á las puertas. No pasó mucho tiempo cuando ya vió que los celtíberos venían dando alcance á los que huían con estudio. Para este lance tenía él aparejado su ejército dentro del vallado. Así esperando solamente que los suyos acabasen de entrar, dado el grito, salió a un tiempo por todas las puertas.

Segóbriga: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2004)

Segóbriga: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2004)

Así fue la trampa, astuta asechanza, que Sempronio Graco tendió a los celtíberos de Alces. Y parece que picaron. Y ahí estuvo su perdición:

Los enemigos no pudieron sostenerse contra un ataque, en el que ni aun habían pensado; y los que vinieron á combatir el real romano, no pudieron defender el suyo; sino que dispersos y fugitivos, al principio replegados dentro de la valla, muy luego perdieron su campamento. Nueve mil fueron los que murieron; hechos prisioneros trescientos y veinte, ciento y doce caballos, y treinta y siete banderas. De los romanos ciento y nueve cayeron muertos.

Todavía no estaba tomada Alces, aunque ya con estos acontecimientos estaba sentenciado su futuro, pero de esto seguiremos hablando mañana, porque queda mucha historia.

Hablando de épica: Micenas (Grecia). Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Hablando de épica: Micenas (Grecia). Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

La verdad es que, a estas alturas, yo mismo me asombro del tono de poema épico que va adquiriendo todo esto. Lo he dicho otras veces: también en la historia criptanense, seguramente, encontrarían un Homero o un Virgilio motivos para un poema épico, en hexámetros dactílicos, con sus dáctilos y espondeos en los lugares adecuados y con sus cesuras bien colocadas (si puede ser)… encontrarían sin duda, historias repletas de temas heroicos, y de parlamentos altisonantes, y de palabras aladas. Grecia tuvo su Troya ¿Será Alces la «Troya» de Criptana? ¿Tendrá un Paris y una Helena que desencadenen un mito inmortal? Nunca se sabe. Cuando uno se pone a rebuscar en el pasado nunca sabe lo que va a encontrar.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO