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Roma: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Roma: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Se presentó Sempronio Graco por estas tierras, allá por el 180 a. C., vio y solo le quedaba vencer, pero vencería muy pronto. Contábamos ayer que con una bien planeada añagaza había acorralado a los celtíberos y los había vencido. Nos dice Tito Livio que hubo nueve mil muertos celtíberos, y sólo ciento nueve de los romanos. Muchos nos parecen los muertos de los celtíberos, pero, como hemos dicho en otras ocasiones, tales hipérboles forman parte del panegírico y sin ellas no se concebiría un elogio a las glorias militares de un general romano.

Recordamos que la versión española del Ab urbe condita de Tito Livio que seguimos es la que nos transmite Miguel Cortés y López en su Diccionario geográfico-histórico de la España Antigua, Tarraconense, Bética y Lusitania, con la correspondencia de sus regiones, ciudades, montes, rios, caminos, puertos e islas a las conocidas en nuestros días (Tomo II, Madrid: Imprenta Real, 1836, págs. 123-124).

Continuamos hoy siguiendo de cerca las andanzas de Sempronio Graco por estos lares en tiempos en que todas estas tierras estaban vírgenes, en tiempos en que la naturaleza era todavía la dueña de valles y colinas, de riscos y barrizales, y de encinares y de monte bajo cuajado aquí y a allá de tomillo… tiempos en que todo estaba aún casi por descubrir.

Veamos qué nos dice en la pág. 124 Cortés sobre las aventuras de Sempronio Graco en la Celtiberia:

Dada esta batalla [a la que nos referíamos ayer], Graco condujo sus legiones á talar la Celtiberia, y llevándolo todo al través, entregándosele los pueblos unos por voluntad y otros por fuerza, en pocos días se hizo dueño de ciento y tres poblaciones, y cogió un enorme botín. Hecho esto volvió con su ejército pasos atrás de donde había venido, y llegando á Alces comenzó a sitiar la ciudad. Los vecinos se manifestaron fuertes á los primeros ataques; pero cuando ya fueron aplicadas las máquinas, no teniendo seguridad en la guarnicion, todos se retiraron al alcázar; por fin enviando desde allí oradores se entregaron al poder de los romanos.

Segóbriga: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2012)

Segóbriga: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2012)

Cayó Alces y llegó la hora del saqueo. Y de allí nos vienen algunos de los pocos nombres de persona de celtíberos de estas tierras que Tito Livio nos transmite:

Mucha fue la presa que hicieron en esta ciudad, y muchos nobles pasaron á ser cautivos; entre estos dos hijos de Turro y una hija. Era este el Régulo de los celtíberos, y uno de los mas poderosos de todos los españoles. Habiendo este sabido la desgracia de sus hijos, habiendo obtenido de Graco un salvoconducto, se le presentó, y le dijo: ¿se concederá la vida para mí y para mis hijos? y oyendo de Graco que sí, preguntó más: ¿se me permitirá pelear en las filas de los romanos? y dicho que sí por Graco, añadió: os seguiré, pues, contra mis antiguos socios, ya que ellos se han tenido á menos de mirar por el honor de mi persona, y de mis propios hijos. Siguió, pues, ya á los romanos, y les fue muy útil en varios lugares.

Así pues, Turro se habría llamado el reyezuelo o régulo de Alces, que, como hemos visto, parece que se pasó a los romanos en contra de los suyos. Aquí finaliza el relato que nos hace Tito Livio de las conquistas de Tito Livio por estas tierras. Así cayeron Certima y Alces.

Ercávica: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

Ercávica: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

Una vez conquistada la comarca, continuaron las aventuras de Sempronio Graco. Tito Livio nos dice que puso rumbo a Ercávica, ciudad celtíbera y luego romana que Miguel Cortés identifica con el lugar llamado «Cabeza de Griego». Hoy sabemos que «Cabeza de Griego» hay que identificarla con la antigua ciudad romana de Segóbriga, mientras que Ercávica se halla situada más al norte, en el término municipal de Cañaveruelas (Cuenca), allí en una altura que domina los pantanos. Forman ambas ciudades, junto a Valeria, una valiosa tríada arqueológica en la provincia de Cuenca, legado de los tiempos en que fue romana y allí se hablaba latín.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO