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Por aquellos días del verano de 1884 había tenido una gran actividad el Ayuntamiento criptanense. Se decidió realizar obras en el local escuela de niñas de María Mota; se acordó que se pagasen 259 pesetas por los guijos y jornales que se habían dedicado a la «recomposición» del camino del puente y del Puente de San Benito a finales de junio y comienzos de julio. Ordenó el ayuntamiento que se pagasen 2 pesetas al comercio de Julio Casarrubios como importe de una gorra que se había adquirido para uno de los alguaciles. Y muchos otros asuntos más se fueron decidiendo poco a poco en aquella corporación criptanense que allá por comienzos de septiembre de 1884 estaba presidida por el alcalde interino Santos Ortiz. Todo esto nos lo cuenta el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del viernes 19 de septiembre de 1884. La vida seguía en su transcurrir lento y pausado, la cotidianeidad inundaba Criptana, esas horas calurosas del verano que vaciaban las calles en la sobremesa, esas noches de corros de vecinos al fresco, tiempos de botijo y agua fresca… verano en Criptana.
Había transcurrido el verano con normalidad, verano tórrido de mieses, y de eras, y de trillas, y de carros cargados de un lado para otro… días de campos amarillos quemados por el sol… verano en Criptana.
Se acercaba el final del verano y la langosta puso sus huevos y sus canutos inundaron las tierras de Criptana como mal presagio de una plaga. Y según mandaba la ley era necesario aislar el mal y en el citado boletín se publicó el listado de propietarios de terrenos afectados al que venimos haciendo referencia hasta ahora. Y lo retomamos hoy donde lo dejamos ayer, comenzando por un nombre de mujer, en un tiempo en que las mujeres podían ser propietarias pero no podían aparecer en los listados de contribuyentes electores de la localidad. Sólo nombres de hombres encontramos en ellos, y así hasta bien entrado el siglo XX. Un nombre de mujer, por tanto, es aquí un hallazgo importante aunque raro en un listado en el que predominan casi exclusivamente los hombres. Veamos, pues el listado de propietarios con indicación del paraje en que se encontraban sus terrenos y, cuando es posible, también datos sobre su lugar de residencia y contribución que pagaban según el Boletín provincial del 8 de enero de 1884.
Josefa Quintanar: Majada de los Colorados
Juan Antonio Calonge: Falda del Perogil
[Juan Antonio Calonge Monreal; calle Concepción 9; 87,20 ptas. de contribución]
José Vicente Beamud: Huerta del Bajo
José Casarrubios: Losares
José Antonio Magnes: Losares
José Antonio Vela: Miradores
[José Antonio Vela Bermejo; calle Pedrero, 7; 47,05 ptas.]
José María Salcedo: Miradores
[José María Salcedo Moya; calle Tiendas, 27; 288,90 ptas.]
José Paz Espinosa: Paredazos de Marina Díaz
José Molero Trillo: Miradores
Jabier (sic) Collado: Losilla, Carrascal del Obispo
José Millán: Arenales
[José Millán y Bustamante; calle Herriega, 4; 84,27 ptas.]
Juan Antonio Olmedo: Colinas
Julián Armero: Marta
Y acaban aquí los nombres que comienzan por J. Mañana continuaremos con la L. No podían ser como verás, lector, más criptanenses algunos de los apellidos que por aquí nos han aparecido. Como en casos anteriores se citan calles criptanenses con nombres anteriores a la reforma del nomenclátor de 1890. Veamos las equivalencias: calle Pedrero = calle Huertopedrero o Huerto Pedrero; calle Tiendas = calle Murcia, en su primer tramo más cercano a la Plaza Mayor; calle Herriega = calle del Cardenal Monescillo, en su segundo tramo, el más cercano a la Plaza Mayor. Con «Arenales» se refiere el texto al paraje así llamado situado en las proximidades de la actual Arenales de San Gregorio, cuyo nombre tomó, sin duda, por su cercanía a este lugar.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO