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Es ésta ya la octava entrega de esta serie. Y hablando de series, me viene a la memoria el recuerdo de algunas de ellas que dejamos en su momento inconclusas. Quizá la principal, la que más satisfacciones nos ha dado y de la que aún quedaría mucho que decir, es la dedicada al «monopoli» criptanense en 1900. No sé ahora cuántas entregas escribí sobre el tema. Fueron muchas; de eso estoy seguro, tanto como de que aún queda mucho por escribir sobre él y sobre la telaraña callejera de Campo de Criptana en otros tiempos.
No creo que se alargue tanto esta serie sobre el directorio criptanense en 1905. No creo que pasemos de las diez entregas, pero aún no lo puedo asegurar. Nunca se sabe. Uno empieza a escribir y las ideas van viniendo, unas veces en tropel y de repente, otras como perdidas y despistadas, como si no encontraran su camino. Esto de escribir tiene sus momentos de lucidez y sus momentos de oscuridad. Supongo que esto de escribir es como la vida misma, con sus luces y sus sombras, con sus alegrías y sus tristezas. Sería, pues, un osado atrevimiento poner ahora un plazo futuro para la finalización de esta serie.
Seguiremos, pues, hasta que el tema se agote. Dejémoslo en manos del destino, o de la Providencia, que nunca se sabe en estas cosas quién gobierna realmente las cosas de la vida. Nos vamos, como en otros casos a la fuente de cuyos datos estamos bebiendo para escribir estas cosas, es decir, a la Guía consultor è indicador de Ciudad Real y su provincia, Ciudad Real: Tipografía de Scres. de J. M. Ruíz-Morote, 1905, y seguimos en la pág. 147, acabamos con ella y entramos en la 148. Hablaremos de molinos, de panaderías, paradores y mesones y peluquerías. En la variedad (nunca ha sido esto tan cierto) está el gusto.
Molinos: Esteban Cicuendez, José A. Quiñones, Manuel Quiñones, Román Rufián.
Panaderías: Alfonso Conde, Casimiro Olivares, Bernardo Martínez, Castor Manzaneque, Ramón Lucas, Ricardo Galindo.
Paradores y mesones: Antonio Bolado [sic, errata por «Boluda»], Jesús Ortiz.
Peluquerías: Antonio Salinas, Jesús Ocaña, José V. Moreno, Miguel Lara, Saturnino García.
Comparemos estos datos con los del Anuario Riera de 1904.
Encontramos en este un capítulo dedicado a «Harinas (molinos de)», pero en el se cita a muchos más propietarios que en el listado de 1905, incluyendo a tres de éste, pero no a Román Rufián. Son: Pedro Campaya, Cecilio Casero, Francisco Casero, Esteban Cicuendez, Javier López, Martiniano López, Doroteo Madrid, Hijos de Castor Manzaneque, Pedro Manzaneque, Javier Olmedo, José Vicente Pérez, Aurelio Quiñones, José A. Quiñones, Manuel Quiñones y Manuel Utrilla. Castor Manzaneque aparece citado en el listado de 1905 en el capítulo de «Panaderías». En cambio, en el capítulo de «Panaderías» del Anuario de 1904 sólo se cita al «Hijo de S. Ortiz y hermano», que no aparece en el listado de 1905.
Tampoco aparece en el Anuario un capítulo similar a «Paradores y mesones»; en su lugar encontramos «Fondas» («La Murciana», de Pedro Molina) y «Posadas», entre las cuales se cuentan la «De Bizcochos», de Jesús Ortiz, la «Del Peso» de Antonio Boluda, y la «De la Plaza» de Hilario de la Guía. Finalmente, el capítulo «Peluquerías» se encuentra en ambos listados, pero con diferencias en los nombres. Mientras en el listado de 1905 se dan cinco nombres, en el del Anuario se dan siete: Julián Díaz, Saturnino González, Miguel Lara, Primitivo Molina, José V. Moreno, Jesús Ocaña y Antonio Salinas. Llama la atención que, en este caso, con «Peluquerías» se refiere, suponemos, también a barbería, puesto que seguramente eran en todo caso establecimientos para el público masculino. No se cita a ninguna peluquera, por lo que no sabemos si en aquel tiempo habría en Campo de Criptana algún establecimiento abierto al público destinado a la peluquería femenina. Aquí lo dejamos por hoy.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO