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Hablemos de escuelas (Vista parcial del cuadro «Panorámica de Campo de Criptana»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2004)
Podría parecer que los boletines oficiales son publicaciones asépticas, meramente informativas, frías y anodinas. Quizá así sea hoy. No lo eran en otros tiempos en los que no todo estaba tan encorsetado por la burocracia y por rigurosos procedimientos administrativos como lo está hoy. Mucho se puede sacar de lo que nos dice, por ejemplo, el Boletín Oficial de Ciudad Real en el siglo XIX sobre la sociedad de la época. Hoy veremos algunos ejemplos de ello, uno de los cuales tiene que ver con la enseñanza en Campo de Criptana a mediados de ese mismo siglo.
Tomamos como ejemplo este mismo boletín del miércoles 2 de junio de 1852. Comienza por una breve nota que encabezaba todos los números. Procedía de la Presidencia del Consejo de Ministros:
La Reina nuestra Señora (Q. D. G)* y su Augusta Real familia continúan sin novedad en su importante salud.
Era esta reina Isabel II.
Que por aquellos días no tenía muchas ganas de leer informes el gobernador provincial, queda en evidencia por la circular número 167 inserta en el boletín. Contiene un anuncio en el que se ordena que cuantas comunicaciones fuesen remitidas por alcaldes y ayuntamientos de la provincia se cuidasen de escribir «al márgen un pequeño resúmen de su contenido» (las tildes son del original), sin duda, para ahorrarse el trabajo de la lectura de todo el documento.
Y ya finalmente llegamos a la noticia en la que encontramos referencia a Campo de Criptana. Tenemos que buscar en un anuncio de la Comisión provincial de instrucción primaria de la provincia, según el cual:
Con arreglo á lo que previene la Real órden de 7 de Junio de 1850, se anuncian al público las escuelas de Instruccion primaria que deben proveerse por oposición.

Hablemos más de escuelas (Vista parcial del cuadro «Panorámica de Criptana y de la Sierra»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2009)
Figura entre ellas una escuela de niñas para Campo de Criptana que tenía dotación fija anual de 2.666 reales de vellón a pagar en metálico. Para el maestro, la retribución, calculada anualmente, ascendía a 600 reales; además, se le proporcionaba casa gratuitamente, como solía ser costumbre por aquel tiempo.
Los maestros destinados a estas plazas tendrían que pasar antes por la preceptiva oposición. Los ejercicios, según se dice en el boletín, tendrían lugar en Ciudad Real, en el salón de sesiones de la Excma. Diputación Provincial, a las nueve de la mañana del día 25 de junio. Quienes aspirasen a la plaza, tendrían que enviar una solicitud seis días antes del señalado que tendría que ir acompañada del la siguiente documentación:
… título ó testimonio de él, partida de bautismo y atestado de buena conducta, moral y política, lograda por el ayuntamiento y señor cura párroco de su domicilio.
Hasta fechas muy tardías en el siglo XIX los ayuntamientos tuvieron potestad para emitir certificados de buena conducta o para informar sobre la conducta. Así, por ejemplo, en la sesión ordinaria del ayuntamiento criptanense del día 12 de mayo de 1890 (Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 13 de junio), se acuerda:
Informar al Juzgado acerca de la conducta de Patricio Utrilla y Timoteo Manzaneque.
Y, por ejemplo, según el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real del 23 de abril de ese mismo año, en la sesión ordinaria del 24 de marzo, el ayuntamiento acordó informar de la buena conducta moral y política de Vicente Escobar Rodríguez.
* Q. D. G. = «Que Dios guarde»
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
A propósito de la buena conducta moral y política, algunos recordamos tiempos más recientes que los de Isabel II (que, por cierto, cuando en 1868 tuvo que mercharse, no se olvidó de llevarse la bajilla de plata). Cuando ahora se recuerda estos requisitos a los jóvenes (que ya llegaron «a mesa puesta») algunos piensan que son exageraciones del abuelito. Pues no, queridos míos, no.