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"Paredazos" y pozo (Vista parcial del cuadro "El pozo"): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

«Paredazos» y pozo (Vista parcial del cuadro «El pozo»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2013)

Verá el lector que vamos en los últimos días dando tumbos, y que de las capellanías y sus arriendos en 1853 nos fuimos ayer al año 1936 para ocuparnos de la administración, y que hoy nos perdemos entre los campos de Campo de Criptana, por sus tierras, por sus parajes y, sobre todo, por sus nombres.

De vez en cuando los topónimos afloran en estos escritos sin que sepamos muy bien por qué. Quizá porque a veces resuenan en la mente, o nos vienen a la memoria, o nos preguntamos, casi sin quererlo, de dónde vienen, y por qué tal lugar se llama como se llama y desde cuándo se llama así. Por ello, de topónimos hablaremos hoy, y también mañana, y quizá también en los días sucesivos.

La gran mayoría de los términos que conforman la toponimia campestre tienen origen en la lengua hablada de quienes durante siglos han transitado por esos caminos y por esos campos. Deriva la toponimia actual de la aplicación intensiva y prolongada de un nombre común para nombrar a un lugar. Ese nombre común identificaba al paraje por un elemento que destacaba en la inmensidad del paisaje: una casa, un pozo, una huerta, un cerro, una dehesa, unas ruinas, etc. Con el tiempo acabaronn convirtiéndose estos términos comunes, con tanto y tanto uso, en nombres propios. Los ejemplos más abundantes son «Casa de» o «Casas de», «Pozo de», «Huerta de», «Hoya de», «Vado de», «Carril de», «Cañada de», «Campo de», «Cerro», «Dehesa de», «Haza de», «Corral de», «Chozo de», «Loma de», «Coto de», «Arroyo de», y también «Molino de», etc. Como es lógico y se comprende por lo ya dicho, entre muchos de estos nombres encontramos términos coloquiales o dialectales que no están recogidos en los diccionarios al uso (el DRAE o sus ediciones desde el siglo XVIII).

Un ejemplo de ello lo encontramos en los topónimos compuestos cuyo primer término es «Paredazos». Como nombre común «paredazo» no está recogido en el DRAE. Su formación es clara: «pared» + el sufijo -azo, que encontramos, por ejemplo, en «padrazo», aunque no es muy común en la lengua española. «Paredazos» siempre en plural, hacía referencia, probablemente, a un conjunto de muros en ruina que se mantenían en pie como último vestigio de una casa o de un conjunto de edificaciones. Era, pues, el elemento que ayudaba a identificar parajes que aún conservan el nombre, aunque aquellos viejos muros quizá hayan ya sido tragados por el tiempo, o mejor dicho, por la tierra.

"Paredazos" en la colina: Dibujo de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

«Paredazos» en la colina: Dibujo de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Encontramos varios topónimos en el término de Campo de Criptana que incluyen este término. Son los siguientes:

Paredazos de Alberto

Paredazos de Alarcón

Paredazos del Cura

Un ejemplo lo encontramos también en el término de Arenales de San Gregorio:

Paredazos de Queralta

De ellos hablaremos con más detalle mañana. Aquí lo dejamos por hoy, que no son ya horas éstas de echarnos a los caminos con carros y carretas en busca de palabras, y mucho menos, lector, si por ventura padecieras de tanatofobia, por lugares como la «Cañada del Muerto». Mañana será otro día.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO

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