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En el Teatro Cervantes (Vista parcial del cuadro «Panorámica del centro de Campo de Criptana»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2005)
Hubo un tiempo en que la enseñanza mereció una fiesta en Campo de Criptana. Si fue aquello algo excepcional o se convirtió en costumbre en aquellos años, no lo podemos decir. Pero hubo una fiesta escolar, y esto no es poco.
Fue en 1913…. pero no insistiremos más en los prolegómenos, sino que iremos al meollo de la cuestión que es como decir en este caso al meollo del artículo de hoy y también en el de mañana, seguramente, y veremos cómo transcurrió aquella fiesta escolar criptanense de ese día 20 de enero, día de invierno, día quizá gris, día seguramente frío, a lo mejor lluvioso, a lo mejor ventoso, día de katiuskas, día de paraguas, día de bufanda, día de coloridas manoplas de lana, día de brasero de picón con badila esperando en casa, un día en la vida de ese Campo de Criptana de hace ciento dos años…
Sobre esta fiesta escolar nos proporciona oportuna información, como dijimos ayer, el periódico El Pueblo Manchego, año III, núm. 638, del 20 de febrero de ese año.
Dejábamos en el artículo de ayer a todo el público acomodado, que es como decir que ya estaban todos los asistentes ocupando su lugar en el patio de butacas, al menos los que encontraron sitio, porque buena parte del respetable tuvo que quedarse en los pasillos de tan grande como fue la muchedumbre que hizo allí acto de presencia, según se nos cuenta en esta crónica periodístico-festiva. Pero allí estaba todo el público infantil de las escuelas criptanenses que, al fin y al cabo, era el auténtico protagonista. Ya sólo tenía que comenzar el acto, y comenzó, y así se desarrolló, tal y como nos lo cuenta el periódico El Pueblo Manchego:
El secretario y organizador indispensable de la fiesta dió lectura del programa y el presidente ordenó principiar.
Con buen gusto y afinación se cantó por todos los escolares y acompañamiento al piano de d. Bernardo Gómez, autor de la música, el himno escrito para este acto por nuestra paisana la erudita Srta. Dª Micaela de Peñaranda.
Y hubo, como era de rigor, aplausos:
Una nutrida salva de aplausos premió la inspiración de los autores y acertada ejecución de los actores infantiles. Terminado el canto, á los pequeñitos, que habían quedado en los pasillos, se les entregaron por la Presidencia sus premios, consistentes en pequeños libritos y juguetes que, contentos y ansiosos, fueron á depositar en las manos de sus madres que anhelantes les tendieron sus brazos á las puertas del Teatro.
Y tocó el turno a los recitales:
Continuó la fiesta recitando varios niños trabajos, elegidos con acierto los unos, preparados con oportunidad los otros y premiados todos con una no interrumpida serie de aplausos.
Esto fue básicamente el núcleo cultural del acto. Después vendrían los homenajes y luego esos discursos a los que tan aficionados son las autoridades, esas que tanto ansían ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y, si se tercia, el muerto en el entierro. Pero esto ya es otra cuestión que dejaremos para mañana, no la de los discursos, sino la del transcurso del acto.
Sobre la prolífica escritora criptanense Micaela de Peñaranda, que habría compuesto un himno para esta ocasión, ya hemos hablado en varias ocaciones en este blog, por lo cual nos conformamos con remitir a los artículos correspondientes: Criptanenses ilustres: La escritora Micaela Peñaranda y Lima (I) (Campo de Criptana, 1907); Criptanenses ilustres: La escritora Micaela Peñaranda y Lima (II) (Campo de Criptana, 1908-1909); Criptanenses ilustres: La escritora Micaela Peñaranda y Lima (III) (Campo de Criptana, 1911); Criptanenses ilustres: La escritora Micaela Peñaranda y Lima (IV) (Campo de Criptana, 1912-1914); y Criptanenses ilustres: La escritora Micaela Peñaranda y Lima (V) (Campo de Criptana, 1919, 1949).
Así, con el Cervantes lleno de niños, padres y autoridades, música y recitales se desarrolló aquel acto festivo. Mañana proseguiremos hablando de la cuestión.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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