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¿Qué se bebió aquel día? (Cuadro «Bodegón de botellas y espejo»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (1995)
Ya estaba el banquete en honor a Ramón Baíllo en marcha, y, suponemos, todo estaba bien dispuesto en un salón de aquel Casino de la Concordia criptanense que aún por aquellos días de septiembre de 1920 no estaba del todo concluido. E imaginamos a los comensales ya cada uno en su lugar esperando a que el festejo diese comienzo. Recordamos que los detalles sobre el acontecimiento nos los proporciona el periódico El Pueblo Manchego, año X, núm. 2903, del 16 de septiembre de 1920. Y a él nos seguimos ateniendo en lo que corresponde al tema de hoy. Pero, como no interesaba mucho al corresponsal el menú del banquete, pasa directamente en su crónica al capítulo de discursos que, por supuesto, no pueden faltar en estas circunstancias. Intervino primero Delfín Díaz-Hellín:
Al final del banquete, don Delfín Díaz Hellín, se levantó a hablar y en un magnifico discurso, lleno de bellas imágenes y atinadísimas citas, que nos demostraron una vez más la elocuencia y erudición que caracterizan al Sr. Díaz Hellín, cantó la amistad, como testimonio de la cual se verificaba el banquete en honor del Sr. Baíllo.
Habló después al abogado José Vicente Ortiz:
Después habló el Sr. Ortiz, congratulándose de ver en compañía de todos al amigo de la niñez, que por un momento consideraron muerto.
Luego les tocó el turno a los también abogados Antonio Ocaña y José Vicente Moreno:
… el Sr. Ocaña atinadísimo, marcando la verdadera significación de aquel acto; el Sr. Moreno en unas frases de aliento, para que así como en los momentos de gozo y regocijo sabíamos unirnos todos, así en los momentos de lucha y de trabajos, debíamos, igualmente, unirnos más y más, para el mejor triunfo de los ideales que defienden.
Aquí acaba la primera tanda de discursos de aquella sobremesa cuyo contenido, como en estos casos, era esperable y responde a todos los tópicos retóricos comunes en ocasiones similares. Pero sí, lector, hay más… hubo más discursos en aquel banquete de un día de septiembre, día de vendimia, de hace noventa y cinco años. No quedó, al parecer, asistente al banquete que no tuviera sus palabras, pero como la cosa es larga y el tiempo es breve, y hoy el día se agota poco a poco y la noche nos va cubriendo inexorablemente con su tupido y oscuro velo, es mejor que dejemos lo que resta para el artículo de mañana y, si tercia, también para el de pasado mañana (porque a estas alturas el que escribe no sabe cuánta tela queda por cortar).
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO