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Criptana, mirando al sur:: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Criptana, mirando al sur:: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Lo de escribir un blog como éste tiene de bueno que el tiempo y el espacio son relativos, y que de un año podemos viajar a otro casi sin darnos cuenta, hacia el pasado o hacia el futuro, y que podemos sobrevolar el Campo de Criptana de otros tiempos, o el actual, de un lado a otro, y recorrer con la evocación los rincones varios de su término, y recorrer con la imaginación sus calles, y encontrarnos, si se tercia, a criptanenses de hace cien años o más en sus quehaceres de la vida cotidiana. Hoy, y quizá por un tiempo, dejamos a un lado las series, esas que dedicamos a temas cuya extensión requiere dos, tres, cuatro o, en ocasiones, muchos más artículos, para centrarnos en temas más puntuales, en temas que por sí solos que no darían ni siquiera para un artículo, en temas que no pasan a veces de anécdotas del pasado criptanense.

Hoy hablaremos de dos pequeñas anécdotas que tienen como escenario la vida consistorial criptanense, no por otra razón sino porque constituyeron dos puntos del día en la sesión ordinaria celebrada por el ayuntamiento el postrer día del mes de febrero del bisiesto 1892, es decir, el día 29. Los encontramos en el extracto de sesiones correspondiente que se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real del 28 de marzo de 1892. Por el primero podemos tener conocimiento de la cantidad a la que ascendía el presupuesto ordinario del ayuntamiento para el año económico de 1892-1893. En el segundo aflora una queja de algunos de los vecinos de la calle Palomar. Así pues, la corporación acordó en cada caso:

El presupuesto

Aprobar el proyecto de presupuesto ordinario para 1892-93 con los ingresos y gastos nivelados, fijándolos en 90.601 pesetas 45 céntimos, y que se exponga al público por espacio de quince días.

La calle Palomar

Atender la solicitud de varios vecinos de la calle del Palomar que reclaman se fije alumbrado y arregle el piso, previniéndoles que construyan las aceras de ordenanza.

Panorámica de Campo de Criptana: Dibujo de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Panorámica de Campo de Criptana: Dibujo de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

A este respecto, hay que recordar que por aquel tiempo la construcción de aceras era responsabilidad de los propios vecinos, y no del ayuntamiento; quizá las noventa y pico mil pesetas de presupuesto municipal no daban para tanto. A los vecinoes era por tanto a quienes correspondía pagarlas. Poco después, en marzo de ese mismo año, los vecinos de la calle del Norte se verían en la misma situación, tal y como se acordó en la sesión ordinaria del día 14 de marzo (Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 15 de abril de 1892):

Considerar de tercer orden la calle del Norte y prevenir á los vecinos que construyan las aceras de 84 centímetros de anchura, señalándoles el término de quince días para realizar la obra; apercibidos de que de no verificarlo lo ejecutará el Ayuntamiento por su cuenta, obligándoles después al pago.

Respecto a la calle Palomar, tal situación se daba quizá porque era de las de más reciente formación por aquel tiempo y aún no había recibido la más básica urbanización. Por ejemplo, en el plano de Campo de Criptana de 1885 aparece como un breve tramo de pocos metros que parte hacia el oeste desde la calle Valenzuela. En el plano de Campo de Criptana de Domingo Miras (1911) la calle la aparece prolongada hasta el cruce con la actual Matadero Viejo.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO