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Poca materia nos va quedando ya para completar este panorama socioeconómico del Campo de Criptana de 1911. El comer y el vestir son, por así decirlo, los fundamentos de la maldición adánica: El comer el pan con el sudor de la frente y la vergüenza de la desnudez. Y como del pan ya hemos hablado, hablaremos hoy del vestir. No había por aquellos días de 1911 la variada oferta de prendas de vestir a precios racionables que tenemos hoy. Era necesario tirar de tejidos y retales y acudir a una modista o a un sastre para una confección a medida. Y en Campo de Criptana se encontraba todo ello, según nos cuenta el Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración de ese año de 1911 (págs. 2108-2109). Veamos pues, qué comercios de tejidos existían y en manos de qué sastres quedaba el milagro de convertir un trozo de tela en una vestidura.
Tejidos:
Venancio Bernalte
Domingo Esteso
Juan Ferrán
Guijarro y Esteso
Antonio Gullón
F. López
Sastres:
Jacinto Arteaga
José Vicente Bustamante
Ramón Fernández
Eugenio Lucas Torres
César Panduro
Es una lástima que no recoja este anuario el catálogo de modistas de Campo de Criptana en aquel tiempo, porque es indudable que las había. Es curioso al respecto que el oficio de sastre esté vinculado generalmente a la ropa de hombre. Así nos lo dice el DRAE:
Persona que tiene por oficio cortar y coser vestidos, principalmente de hombre.
Mientras que el oficio de modista (que podría ser hombre o mujer) está relacionado con la ropa de mujer, también según el DRAE:
Persona que se dedica a hacer prendas de vestir o a crear modas o modelos de ropa, principalmente para mujer.
El concepto de moda queda, pues, vinculado a la ropa de mujer y no a la del hombre. Sí tenemos, en cambio, un capítulo de «modistas» en el Anuario Riera del año 1904 (pág. 913). Eran Dolores Cereceda, María Corzano y Dolores Fernández.
Una última observación nos queda que hacer. A veces en un mismo establecimiento coincidían la venta de tejidos y la sastrería. También para aquel año en este mismo directorio tenemos los datos sobre mercerías, actividad que coincidía a menudo también con la venta de tejidos. Esto ocurría en el caso de Antonio Gullón y de Domingo Esteso (véase: «Prêt à porter», Campo de Criptana, 1879-1904). De la tienda de Venancio Bernalte sabemos que se llamaba por aquel tiempo «El Fijo» (véase: Venancio Bernalte: Comercio de tejidos «El Fijo», Campo de Criptana, 1912).
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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