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Historias de ferrocarril (Cuadro «Madrid, Príncipe Pío): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2011)
Fueron durante muchos años las carencias del servicio ferroviario en Campo de Criptana y sus tarifas para transporte del vino preocupación de los bodegueros criptanenses. Ya vimos en otra ocasión cómo en 1891 el ayuntamiento criptanense llegó a un acuerdo para pedir a la dirección de la Compañía de ferrocarriles, la entonces llamada «M.Z.A.» la rebaja de las tarifas vigentes para la exportación de vino y otros productos de la tierra, como el trigo (véase: La espinosa cuestión de las tarifas del ferrocarril, Campo de Criptana 1891). Años después, en 1914, el problema persistía y la situación era tema de una carta que José Simó, quien por aquel entonces estaba a la cabeza de los intereses de los productores criptanenses y de toda La Mancha, envió al periódico valenciano Las Provincias, que la publicó en el núm. 17.299 (año XLVIII), del 7 de febrero de ese año (véase: La carta de José Simó, Campo de Criptana 1914). Al día siguiente de la publicación de la carta, tuvo lugar una gran asamblea de productores manchegos en el Gran Teatro de Manzanares, también con la intención de presionar a la compañía de ferrocarril para la rebaja de las tarifas (véase: De nuevo la carta de José Simó y la asamblea de Manzanares, Campo de Criptana 1914).

La estación: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2007)
No parece que las medidas adoptadas en 1891 y en 1914 tuviesen mucho efecto. Lo cierto es que años después, en el publirreportaje que el periódico El Liberal publicó sobre Campo de Criptana en su número del 15 de diciembre de 1917, la cuestión seguía candente y el problema no se había solucionado. Sin embargo, las tarifas ya no eran el principal problema, sino el servicio mismo del ferrocarril. De nuevo, José Simó actuaría como portavoz de los cosecheros, y de nuevo en su nombre respondería a la entrevista que este periódico publicó. He aquí lo que nos dice el periódico:
Criptana vive principalmente de la exportación de los tres millons (sic) de arrobas de vino que elabora, y el disparatado problema de los transportes pone en grave riesgo todo su florecimiento. Al visitar al presidente de la Federación vitivinícola manchega, D. José Simó, lo encontramos ocupadísimo en los trabajos de organización de la Asamblea nacional de productores, que se ha de celebrar en Alcázar del 16 del corriente.
Y he aquí las declaraciones de Simó:
La cuestión de los transportes – nos dice – no tiene nombre. Como consecuencia de la desorganización de este servicio, el Gobierno creó la Junta; pero hay que decir claramente que ha empeorado la situación. No preside un prorrateo equitativo en el reparto de los medios de transporte con que cuenta, lo que hace sospechar que éstos se aplican á los que más agitan ó á los que utilizan los resortes políticos para obtenerlos. Aquí nos tienen completamente olvidados. No disponemos de más vagones que los que vienen con mercancías á la localidad, que no guardan la menor relación con nuestras necesidades, y llega el descontento hasta el caso de que trenes enteros que pasan vacíos con destino á Alicante no recogen las facturaciones dirigidas á dicho puerto, de que están todas las estaciones abarrotadas.

La bodega junto a la estación: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (1998)
Ésta era la opinión de Simó sobre la situación, que, como podemos ver, era mucho más grave que la existente unos años antes. Las tarifas ya no eran el único quebradero de cabeza. Por supuesto, el corresponsal pone su propio broche de oro a la entrevista a Simó:
Cuando se hablaba de la ocasión de impulsar la grandeza industrial de España no se pudo pensar que el mismo Gobierno, con su apatía é imprevisión, había de ser el dogal que las estrangulara.
Aquí lo dejamos por hoy. No sabemos si los esfuerzos de Simó por resolver estos tuvieron su fruto o no. Hay por doquier «dogales» muy, muy persistentes e insistentes… y muy omnipresentes.
OSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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