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En la iglesia: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

En la iglesia: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Dejábamos ayer esta historia con uno de los dos misioneros que vinieron a Campo de Criptana por aquellos días de mediados de marzo de 1863 a punto de subir al púlpito para dar su sermón (véase: Crónica de unas misiones en Campo de Criptana, 1863, II: La iglesia del Convento, la procesión de la Virgen de las Mercedes y el sermón). Había hablado antes el primer misionero sobre «el beneficio que Dios… dispensaba enviando la santa misión» a Campo de Criptana, y de muchas otras cuestiones relacionadas con la salvación que no repetiremos aquí. Y, como decíamos, iba a comenzar ya el segundo sermón que los presentes en aquella antigua iglesia parroquial de Campo de Criptana escucharían aquel día. Recordamos que recuperamos la narración de los acontecimientos que tuvieron lugar en Campo de Criptana en aquel tiempo a partir del relato que un criptanense anónimo envió por medio de una carta a la dirección del periódico La Esperanza. La carta se publicó en el número correspondiente al 14 de abril de 1863.

Este segundo misionero que tomaría la palabra era, lo recordamos, Atanasio López y Ordóñez, pero para ver qué dijo en aquella ocasión es mejor que reproduzcamos lo que nos dice la carta del criptanense, del siguiente modo:

Después subió el Sr. D. Atanasio, y habló sobre el fin para que hemos sido criados, y desde entonces ya presagiamos el feliz resultado de la santa misión, y lo idóneos y capaces que para estos trabajos son los PP. misioneros.

Con la iglesia abarrotada: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Con la iglesia abarrotada: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Así resume el criptanense el sermón de este segundo misionero. Y pasa a continuación a describirnos cómo era el ambiente entre la gente que asistía al acto:

La espaciosa y grande iglesia parroquial estaba llena de gente, y no pocos en el atrio de la iglesia, y esto no por la novedad, sino por el deseo de oír la divina palabra, y prueba de ello el que el concurso ha sido cada día mayor, siendo forzoso ir con dos horas de anticipación á tomar sitio oportuno.

Tal era, según el corresponsal criptanense, la situación. Hay ciertas peculiaridades en el estilo de la carta y, sobre todo, el recurso a determinadas expresiones que nos han llevado a pensar que el autor era quizá un sacerdote criptanense, quizá el párroco que por aquel entonces estaba al frente de la Iglesia criptanense. Pero esto no se seguro o, para ser sinceros, no es nada seguro. No tenemos datos al respecto. De este criptanense solo tenemos las abreviaturas con las que firma su carta: «J. Z. P.» Quizá logremos identificarlo con nombres y apellidos hurgando entre los papeles del pasado criptanense, pero de hallar la solución, como de lo anterior, tampoco estamos seguros. A lo mejor va a ser verdad que uno solo sabe que no sabe nada.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO