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"Su Divina Majestad", campo de criptana, Confirmación, Día de la Anunciación, Iglesia, Indulgencia plenaria, La Esperanza, Misiones, Periódico, Procesión, S.D.M., Santísima, Sermón, Te Deum, Tren, Virgen de las Mercedes
Aquel miércoles 25 de marzo de 1863, festividad de la Anunciación, fue el último día de las misiones en Campo de Criptana. Y por ello, precisamente, fue también el día más intenso, en el que hubo más actos multitudinarios y en el que la actividad no cesó ni por la mañana ni por la tarde. De lo ocurrido por la mañana ya hablamos en otra ocasión. De lo ocurrido por la tarde hablaremos hoy. Y datos tenemos muchos, casi de sobra, porque fue extraordinariamente prolijo en detalles el criptanense cuya carta con la crónica de estas misiones se publicó en el periódico La Esperanza, del 14 de abril de 1863. Veamos cómo transcurrieron los actos de la tarde de aquel día según el texto de esta carta cuyas peculiaridades gráficas, como ya hemos dicho en ocasiones anteriores, respetamos escrupulosamente:
Por la tarde estuvo S. D. M. de manifiesto durante la misión, y el P. D. Juan predicó, dirigiendo á la Patrona una súplica tan fervorosa que á todos nos conmovió: nos aplicó la indulgencia plenaria, se cantó el Te Deum, y, despues de la reserva, se ordenó la procesión á la iglesia de donde había salido la mision. Todos se disputaban el llevar la Imágen de la Virgen de las Mercedes; y el Sr. Lopez y Ordoñez predicó el sermon de despedida, el que fue interrumpido mas de una vez por las lágrimas del auditorio.
Así fue aquella tarde. Encontramos la abreviatura «S.D.M.» que quizá requiere una explicación. Posiblemente pueda corresponderse con la expresión «Su Divina Majestad», referida al Santísimo. Se dice en la carta del criptanense que estuvo «de manifiesto durante la misión».
Éste fue, como hemos dicho, el último día de misión en Campo de Criptana, pero aquí no acaba todo. Mucho más queda aún que contar, porque la carta del criptanense publicada en el periódico La Esperanza se extiende aún mucho más. Hay un epílogo en el que se hace referencia a los «frutos de la misión» y su influencia en la vida cotidiana criptanense; hay, también una petición a las autoridades eclesiásticas para que se administre el sacramento de la confirmación, algo que, al parecer, no había ocurrido en Campo de Criptana desde hacía más de treinta años; y al final los misioneros tomaron el tren y volvieron a sus casas… pero todo esto es asunto para los días siguientes, y en ellos lo trataremos. No conviene adelantar acontecimientos ni transgredir el desarrollo lógico de las cosas.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO