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Hemos visto ya que allá por 1890 existía una honda preocupación en el Ayuntamiento de Campo de Criptana por un posible brote epidémico, en este caso de cólera. La pregunta es si todas medidas precautorias que se estaban tomando respondían a una amenaza real.

La charca: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

La charca: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Uno de los puntos que se trataron en la sesión extraordinaria del día 17 de junio de la Junta de Sanidad del ayuntamiento criptanense nos dará una respuesta. Vayamos para ello, como días anteriores, al extracto de esta sesión en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real del 23 de julio de 1890. Encontramos que en esta sesión continúan, después de las recomendaciones sobre medidas de higiene relativas al abastecimiento alimentario (carnes, pescados, frutas y hortalizas), otras que tienen que ver con las aguas, con los desechos de los molinos aceiteros, con las «zahurdas» de los cerdos, las basuras y el blanqueo de casas con cal como acción desinfectante. Éstos son los acuerdos que se tomaron en aquella ocasión:

Que se reconozcan todos los estancamientos de aguas y molinos aceiteros, extinguiéndolos previo soterramiento y desinfectándolos con cloruro.

Ordenar la limpieza de zahurdas (sic, en lugar de «zahúrdas») de ganado cerduno.

Prohibir la remoción y saca de basuras dentro de la localidad.

Recomendar el blanqueo general de habitaciones y fachadas, como de toda pared que tenga acceso en la vía pública, así como la mayor limpieza y aseo en las casas y calles, regando éstas, por lo menos, dos veces á la semana.

Y ahora encontramos el punto crucial de este artículo, aquél que se trató en aquella sesión de la Junta de Sanidad del 17 de Junio y que nos responde a la pregunta que inicialmente planteábamos:

Encargar á los vecinos que en el caso de recibir alguna persona procedente de Valencia ó sus inmediaciones infestadas, dén (sic) conocimiento á la Alcaldía.

En tren: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

En tren: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

He aquí la respuesta, pues: La epidemia estaba ya muy cerca, en Valencia, y el trasiego de viajeros y, sobre todo el ferrocarril, podían contribuir a su difusión incontrolada. Pero no quedó aquí. Se veía en los viajeros y forasteros un gran peligro para la sanidad criptanense, y por ello otras medidas tenían que ver con el control de quien llegase a Campo de Criptana por aquellas fechas. Pero esto ya lo veremos mañana. Así pues, el miedo del Ayuntamiento criptanense, como hemos podido apreciar, estaba plenamente justificado.

Por aquellos días, algunos periódicos publicaban anuncios de medicinas contra varios males, y entre ellos el cólera. Eran los «Salicilatos de bismuto y cerio de Vivas Pérez». De ellos nos canta sus excelencias la publicidad del periódico La Monarquía, del 11 de junio de 1890:

Aprobados por la Real Academia de Medicina de Granada, recetados por médicos de España y adoptados en los hospitales y la marina, porque CURAN INMEDIATAMENTE, COMO NINGUN OTRO REMEDIO, toda clase de vómitos y diarreas de los tísicos, de los viejos, de los niños, cólera, tifus, disenterías, vómitos de los niños y de las embarazadas, catarros y úlceras de estómago, digestiones difíciles y eruptos (sic, en lugar de «eructos») fétidos.

Costaba la caja grande 3’50 pesetas, y la pequeña 2 ptas. Estaba a la venta en «todas las buenas farmacias de España y Ultramar». En Madrid se podía comprar al por mayor, entre otros establecimientos, en Preciados 52.

Y no podemos acabar sin una última referencia lexicográfica, en este caso al término «zahúrda», que no es sino, según el DRAE, una «pocilga».

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO