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Antroponimia, Apellido, Arenales de la Moscarda, Arenales de San Gregorio, campo de criptana, Carralero, Casa de Perreta, Colonia rural, El Tejado, Ferrocarril, Fray Eugenio Díaz Carralero, Marta, Paraje, Río, Topónimo, Záncara
Hacíamos referencia hace unos días a los nombres de cuatro «colonias rurales» en el término de Campo de Criptana allá por la última década del siglo XIX (véase: Las «colonias rurales»: Arenales de la Moscarda, El Tejado, Carralero y Marta, Campo de Criptana, 1892). De una, como ya dijimos, tenemos muchas noticias. Es la de Arenales de la Moscarda, hoy Arenales de San Gregorio. De las otras tres, que son Marta, Carralero y El Tejado, en cambio, reconocemos que no teníamos noticia de ellas como «colonias rurales», sino como topónimos que designan parajes del término criptanense o, como mucho, nombres de casas campestres.
Es Carralero nombre que forma parte de la tradición toponímica criptanense, y también de la antroponímica, porque de vez en cuando se encuentra también como apellido (véase: Criptanenses ilustres: El franciscano fray Eugenio Díaz Carralero; siglo XVI).
Nos vamos hoy al Carralero topónimo. Y para llegar a él tendrás que seguir, caminante, la carretera que te lleva a Arenales de San Gregorio y antes de llegar al río tendrás que mirar a la izquierda. Allí está Carralero.
Es una tierra intermedia de limites muy bien definidos, unas veces por la naturaleza y otras por la mano del hombre. Decimos que «por la naturaleza» porque el paraje de Carralero está limitado al sur por el Río Záncara, y por lugares que nos hablan de tiempos pasados pero muy esplendorosos de ese río que hoy es solo un cauce seco. Allí, junto a Carralero, se encuentra el paraje de El Batán, a ambos lados del río Záncara, sin duda porque allí hubo un batán. En esto la toponimia no engaña y mantiene el recuerdo de lo que hubo y ya no es mejor que la memoria del hombre, que en estas cosas es tornadiza y olvidadiza. Decimos que por la mano del hombre porque al norte es la línea de ferrocarril el límite de Carralero. Al otro lado están el Cocedero de Alcázar y la Casa de Carabina, allá por el kilometro 165 del ferrocarril. En esto el tren, que comenzó siendo frontera artificial, se ha convertido con el tiempo en frontera natural.
No es grande la tierra de Carralero. No llega a medir 900 metros de anchura de norte a sur en el punto más ancho desde el río hasta el ferrocarril, allá por la Casa de Perreta, que no se sabe si es de Carralero o no. Esto es lo bueno o lo malo que tienen los parajes campestres: Que son de límites inciertos. De este a oeste no llega su medida a los 1.800 metros, que tampoco es mucho. Es un paraje pequeño en la inmensidad del término municipal criptanense, pero quizá era un lugar idóneo para establecer una «colonia rural». Pensemos en los tiempos en que el río era río y no cauce seco, tiempos en que aquello era un vergel, tiempos en que sobraba el agua y en los que había vegetación por aquellas tierras y los campos eran fértiles. Lo reconozco: Se echa mucho de menos un río con agua por estos lares.
Hoy Carralero es campo, sobre todo campo, campo ribereño, del ferrocarril y del río. Salpican su horizonte casas, y poco más. Pero al paisaje con esto le basta.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO