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Una tarde en la ópera (Cuadro "Plaza de Oriente, Madrid"): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2011)

Una tarde en la ópera (Cuadro «Plaza de Oriente, Madrid»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2011)

Por aquellos años veinte del siglo pasado vivía el Teatro Cervantes uno de los momentos de mayor esplendor de su historia. Por aquel entonces no había compañía de teatro o de variedades española que no tuviese a Campo de Criptana entre las etapas obligadas en sus giras nacionales. Pasaron por Criptana algunos de los miembros de las dinastías teatrales más importantes del país en aquel entonces, pasaron también cupletistas, pasaron también prestímanos… porque si algo caracterizaba por aquel entonces al programa del Teatro Cervantes era la variedad, que en este caso, y valga para la ocasión el juego de la palabras, incluía también las variétés propias de los espectáculos de la época (véanse: Una boda, una luna de miel y veinte funciones, Campo de Criptana 1906; Aquellos felices y locos años en el Teatro Cervantes, Campo de Criptana, 1913-1914; La cartelera del Teatro Cervantes: Perros comediantes, pantomimas y prestímanos, Campo de Criptana, 1914; La compañía de Martínez Tovar en el Teatro Cervantes de Campo de Criptana, 1928; y Teatro en Campo de Criptana: La actuación de la Compañía Klein – Alegre, 1929).

Tuvo la suerte Campo de Criptana de que aquel día de verano de 1921 el barítono Marcos Redondo actuase en el Teatro Cervantes. Pero no estuvo solo. Estuvo con él Celedonio Cedenilla, quien, junto a Bernardo Gómez Sánchez, era persona fundamental en el panorama musical criptanense en aquel tiempo. Estuvo también el tenor Joaquín Castillo. Y estuvo, aunque sólo con su música y con su recuerdo, Rossini. Veamos lo que nos cuenta el periódico El Pueblo Manchego, año XI, núm. 3154, del 21 de julio de 1921, sobre el recital:

Pero en las [composiciones] que verdaderamente el público se deleitó y pudo apreciar la sublimidad del arte llevándole sobre un pedestal al cual pocos podrán encumbrarle, fué en El Fígaro del Barbero de Sevilla y en la magistral jota del Guitarrico.

Y fue tal el éxito, según nos relata este mismo periódico, que la interpretación se hubo de repetir:

Ante la insistencia del público y el constante aplauso de los espectadores a los cuales se reunieron los de lindas señoritas, se vió precisado a cantar de nuevo acompañándose él mismo al piano. El Sr. Castillo varias partituras, para dar tiempo para que descansara el Sr. Redondo e igualmente fué aplaudido por el público que ansioso de escuchar por más tiempo al gran barítono, se resistía a abandonar el local deseando que prolongaran aquella sesión tan grata para todos, pero por tener que asistir los señores que tomaron parte en el concierto a otros cultos se dió por terminado tan brillante acto.

Para una historia de la música: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Para una historia de la música: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

No nos queda duda, en esta crónica, de que su autor, el corresponsal del periódico, es aquel del que tantas y tantas veces hemos hablado, aquel que durante años estuvo remitiendo sus crónicas sobre la vida social, cultura, política y religiosa de Campo de Criptana al periódico El Pueblo Manchego, aquel que tantas y tantas imágenes de aquel tiempo nos dejó grabadas en la hemeroteca. Esa expresión, «lindas señoritas», que encontramos aquí utilizada, es muy suya y muy propia de su estilo, casi un sello que lo identifica a falta de su firma.

Aquí acabamos este recorrido por el paso de Marcos Redondo por Campo de Criptana. Ya entonces era un barítono conocido, y le esperaba un futuro de triunfos y éxitos en la zarzuela española. Resuena su recuerdo para siempre en la provincia de Ciudad Real gracias a aquel conservatorio de la capital que hoy lleva su nombre, y muy merecidamente. Pero que esto quede para el recuerdo: Marcos Redondo cantó ópera en Campo de Criptana, una tarde del verano de 1921, y aquella fue una tarde en la ópera para recordar por siempre… un capítulo más a escribir en la historia de la música de la localidad.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO