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En este ir y venir por el tiempo, que viene a ser como un viaje ciertamente algo desordenado por la memoria del pasado criptanense, nos vamos hoy al año 1831, ciento diecisiete años antes, por tanto, del acontecimiento del robo nocturno en Arenales de la Moscarda al que dedicábamos ayer un artículo. La memoria tiene caducidad, no sé exactamente después de cuántas generaciones… pero lo cierto es que tiene una caducidad, que llega un momento en que como mucho se recuerdan los tiempos y las cosas de los abuelos, y muy raramente las de los bisabuelos. La sucesión natural de generaciones nos llevaría a pensar que tiene su reflejo en la sucesión de recuerdos en la la memoria. Pero no es así. El pasado se esfuma tan rápidamente, o incluso más, que el recuerdo de la generación que lo vivió como su presente.

Monumento a María Cristina (Madrid): Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)
Por todo ello el viaje de hoy al año 1831 nos parece tan, tan lejano, casi como al de otro mundo. No sé por qué el que escribe tiene una impresión de cercanía en los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XIX, y sin embargo la primera mitad es como otro universo, como otro mundo, quizá ya, un capítulo de la historia más que un episodio de la memoria.
Este viaje al pasado de 1831 lo hacemos con un número del periódico El Correo, o «Periódico Literario y Mercantil», como él mismo se denominaba en su cabecera. Es el núm. 452, del miércoles 1 de junio de 1831. Si nos vamos al final de la página segunda encontraremos lo que relaciona a Campo de Criptana con este periódico, y no es sino una corrida de toros, o «Función de toros», como se llama la sección. Tuvo lugar en Aranjuez, la tarde del 29 de mayo. Estuvieron presentes los reyes, o como nos dice el periódico:
Honraron la plaza con su augusta presencia los Reyes nuestros señores y su Real Familia.
Se torearon siete toros, y lo que nos importa aquí, es que uno de ellos era del «señor conde de las Cabezuelas, de Campo de Criptana», según dice el periódico. El rey de España, el que estuvo presente en la plaza de toros con su familia, era Fernando VII, quien poco más de dos años después fallecería. La reina era María Cristina de Borbón-Dos Sicilias.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO