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Vamos poco a poco viendo en esta serie, que, lo advertimos de antemano, será muy breve, quiénes estaban a la cabeza en lo civil y en lo eclesiástico del Campo de Criptana de 1856. O, dicho de otra manera, quiénes estaban encargados de velar por que el sistema municipal no se derrumbara ante la llegada imprevista de una epidemia que, como toda epidemia que se precie, no sólo causaba daño real, en la salud, sino también en el espíritu, con el miedo que suscitaba entre la población… miedo que impulsó a la huida, por ejemplo, de funcionarios del Ministerio de Justicia lejos de sus respectivos destinos. Así, por ejemplo, en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real del 15 de agosto de 1855, se publicó una circular de la Administración de Justicia que decía:

Diversas son las medidas que S. M. La Reina, solícita siempre por el bien de sus súbditos, ha dictado con el objeto de que las poblaciones acometidas por el cólera-morbo, tan estentido (sic) hoy por desgracia en la Península, no sean abandonadas bajo pretesto (sic) legal por los empleados dependientes de este Ministerio que en ellas tengan fijas su residencia. Semejantes disposiciones serían inútiles, si lograran su propósito los funcionarios del órden judicial, que, como ha sucedido en algun caso, sin autorizacion alguna é impulsados tan solo pro un temor impropio de su posición y por unas preocupaciones incalificables huyan de las poblaciones sometidas á aquella enfermedad, fiando la conservación de sus destinos á la esperanza de que el Gobierno de S. M. ignorará sus (sic) vituperable conducta.

En tales casos, solicitaba el ministerio a los alcaldes de los pueblos en los que esto hubiese ocurrido que diesen parte de tales ausencias.

Quizá tal circunstancia, es decir, el abandono de sus funciones de algunos funcionarios, hizo que el gobierno de la reina Isabel II quisiese poner de manifiesto su agradecimiento a quienes no habían huido impelidos por el miedo, generalmente, a los alcaldes y componentes de corporaciones municipales, al clero, a los médicos y a los farmacéuticos. Y, en consecuencia, se publicó en el Boletín provincial del 7 de marzo de 1856 la circular número 62, en la cual se recogían los nombres de aquéllos que merecieron tan honorífica y real mención en la provincia de Ciudad Real. Ya hemos visto en sendos artículos los listados correspondientes al alcalde y a la junta municipal, por una parte, y al clero por otra.

Completaremos hoy la información con los nombres de los auxiliares de las juntas del Ayuntamiento criptanense en el aquel tiempo. Eran:

Joaquín Orellana

Victoriano Sañon (sic, quizá una errata, en lugar de «Sañoso»)

Pablo Millán

Joaquín Muñoz Santos

Eustaquio de la Guía

Federico Bustamante

Pedro Antonio Luján

Durante aquel año de 1856, una vez ya pasados los estragos de la epidemia en 1855, seguían aún apareciendo en los boletines provinciales de toda España agradecimientos y menciones a diversas personas particulares que se habían destacado por su lucha contra el cólera-morbo. Pero también se continuó poniendo en evidencia a quienes no habían estado a la altura y, acuciados por el miedo, habían huido haciendo dejación de sus funciones. Hubo incluso entre ellos algunos médicos. Así por ejemplo, en el Boletín provincial del 2 de mayo de 1856, se publicó la circular número 109, del Ministerio de la Gobernación, en la cual se da cuenta de una comunicación del gobernador de Teruel sobre el médico de Valderrobles. Al parecer, cuando la epidemia invadió esta localidad, el médico cirujano Francisco Florit y Milá huyó de ella refugiándose en Barcelona. A pesar de ello, se le obligó a volver al pueblo. El ministro, sin embargo, no quiso imponerle una pena sin que los hechos se pudiesen demostrar fehacientemente, por lo que dispuso un trámite administrativo para que los gobernadores provinciales pudiesen formar expedientes en casos como éste y similares. Sin duda, como ocurre en todo, también en tales circunstancias pudo haber delaciones sin fundamento. En este caso, no sabemos qué ocurrió al final. En Campo de Criptana los médicos se mantuvieron en sus puestos y, por ello, también sus nombres aparecieron en el listado de agradecimientos al que hemos venido haciendo referencia. Pero esto es tema para el artículo de mañana.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO