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Casas en el campo (Vista parcial del cuadro "Panorámica de Arenales de San Gregorio"): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo  (2001)

Casas en el campo (Vista parcial del cuadro «Panorámica de Arenales de San Gregorio»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2001)

Y llegamos ya al séptimo caso abierto, el último de aquella oleada de robos de 1941 que dio lugar a siete sumarios, y posteriormente (seis años después) a la publicación de sus correspondientes edictos en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 10 de diciembre de 1947, a cargo de Deogracias León Molina, juez municipal que actuaba accidentalmente como juez de instrucción de Alcázar de San Juan,

Llama la atención el volumen del robo de hoy, igual que también lo hacía unos días atrás el extraordinario volumen del vino que le fue robado a Alejandro Daroca de su bodega de Arenales de la Moscarda (véase: Caso abierto: la persistente ola de robos de 1941 en Arenales de la Moscarda, Campo de Criptana, 1947, I: Las arrobas de vino). Nada menos que veinticinco arrobas se llevaron los casos en aquella ocasión… y trescientos kilos de patatas se llevaron en el robo del que nos ocupamos hoy. Veámoslo, tal y como quedó reflejado en el edicto correspondiente, último de la serie:

Por el presente edicto, se interesa de todas las autoridades ordenen se proceda a la busca y detención del autor o autores de la sustracción de unos trescientos kilos de patatas, propiedad de Concepción López de la Rica, viuda de Justo Lara y que le fueron sustraídos de una bodega de su propiedad, sita en la Aldea de Arenales de la Moscarda, el día 1º. de enero de 1941, los que de ser habidos serán puestos a la disposición de este Juzgado en méritos de sumario número 155 de 1947, sobre robo de patatas.

Mala forma de empezar el año de 1941 para las víctimas del robo. Pero tengamos en consideración algo: Trescientos kilos de patatas no se roban así como así. Requiere el delito de una planificación y de una infraestructura, que viene a ser un vehículo de transporte y tiempo suficiente para su traslado del producto desde la bodega al susodicho, además de la ausencia de testigos y del amparo de la oscuridad y de las sombras de la noche, pues, como suele decirse, de noche todos los gatos son pardos, igual que los cacos. Más premeditación y alevosía… imposible. Resulta insistente la observación que venimos a hacer ahora, que no es sino la que hemos hecho en las restantes ocasiones: ¿Seis años después había posibilidad de recuperar el cuerpo del delito, es decir, las patatas? Seguramente no… habrían acabado en un montón de platos al montón, con su huevo correspondiente, o en tortilla, o fritas, sin más ni más, o asadas… vaya usted a saber, que como suele decirse, a falta de otros productos, con patatas, huevos y pan uno se apaña la mar de bien.

No hay más casos abiertos. Éste es el último de la serie. Toca ahora, es decir, en el artículo de mañana, hacer una síntesis de aquella oleada de robos. Sólo así podremos ser conscientes del montante de bienes robados y podremos comprender cuán gran daño hizo esto a la economía doméstica de aquellos vecinos de Arenales de la Moscarda.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO