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De vez en cuando nos encontramos pequeñas historias de la vida cotidiana rebuscando en la hemeroteca histórica. No es la primera vez que llamamos la atención del lector sobre esas notas asépticas y anodinas de un boletín oficial o de cualquier otra publicación de este tipo.
Están éstas repletas de este tipo de notas oficiales, pero, seguro, no eran conscientes quienes las mandaban publicar de que ciento y pico años después nos aportarían pistas de gran valor sobre criptanenses de otros tiempos, sobre lugares casi intocados a lo largo del tiempo, sobre circunstancias de la vida, y también de la muerte. Las subastas forman parte de esta vida cotidiana del pasado, como también forman parte del presente y, suponemos, serán parte del futuro. Detrás de cada subasta hay nombres, hay vidas, hay pequeñas historias a las que no siempre se puede llegar por medio de las publicaciones oficiales, pero, al menos, tenemos los nombres y esto no es cosa de poco.
Una de estas subastas de tierras y casas criptanenses estaba fijada para el día 19 de octubre de 1851, según consta en un anuncio de la «Administración de contribuciones directas, estadística y fincas del estado de esta provincia» que se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 29 de septiembre de 1851. Eran tierras para arriendo que habían ido a parar a Hacienda por impagos. Y en consonancia con ello se publicó en el citado boletín el texto que sigue, en el que, como es de rigor, ni quitamos ni ponemos, sino que lo transcribimos tal cual apareció, con sus peculiaridades ortográficas y con sus erratas. He aquí el texto:
El día 19 de Octubre próximo se celebrará subasta en esta capital ante el Sr. Gobernador, Administrador é Inspector de contribuciones directas, Estadística y Fincas del Estado, y en la villa del Campo de Criptana, ante el Alaclde (sic) Constitucional, Procurador Síndico y representante del ramo, para el arriendo de las fincas que se dirán, sitas en término de dicha villa, adjudicadas á la Hacienda por débitos al Maestrazgo de Infantes.
Eran varias las fincas que salían a subasta para su correspondiente arriendo, unas rústicas y otras urbanas, pero como el listado es largo nos limitaremos hoy a consignar un grupo de las primeras, con dos situadas todas en el paraje del Toconar, paraje muy criptanense, paraje de llanura, paraje de viñedos… y otra en el Calvario, también criptanense, que habían sido propiedad de Manuel Díaz Parreño:
Viñedos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Una viña de 700 vides que fué de Manuel Díaz Parreño, sitio del Toconar, linde otra de los herederos de D. Gregorio Morales, presbítero, y tierras de D. Francisco Treviño.
Una tierra que fue de dicho Parreño, de caber dos fanegas, en el referido sitio del Toconar, que fué viña, y la divide el camino, linde al saliente con el mismo camino, y mediodia herederos de Andres Gomez Cruzado.
Una hera (sic) que fué del citado Parreño, de mil varas, empedrada, con un quiñon pajero en el calvario, linde herederos de D. José Vicente Baillo y Pedro Chico.
Por cierto ¿qué es un quiñón pajero? Un quiñón ya sabemos que es una medida de terreno de cultivo de tamaño variable de unas zonas a otras. Y «pajero», según el DRAE es, en su tercera acepción:
Pajar pequeño que suele haber en las caballerizas para servirse prontamente de la paja.
En este caso, estaría el quiñón de este terreno destinado a almacén de paja.

La vieja era: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Nos llama la atención esta última propiedad, es decir, la era empedrada en el Calvario. Téngase en cuenta que, por aquel tiempo, el Calvario se hallaba en despoblado, por lo cual no es extraña la existencia de eras. Unos treinta y pico años después, vemos que aún el Calvario era un despoblado. Así se puede ver en el plano de Campo de Criptana de 1885. Llegaban las últimas casas de la calle Empedrada (actual calle de la Virgen) hasta las que siempre fueron las viejas escuelas. Allí estuvo la calle o plaza Bardón y más allá, enfilando la pendiente hasta el Calvario, se prolongaba la calle Paraíso (véase: En busca del “Paraíso” perdido, Campo de Criptana, 1890). Todo ello era cuando el Calvario era aún dominio de la naturaleza. Así pues, caminante, recuérdalo cuando pases por el Calvario: Aquello fue hace mucho campo, allí hubo eras y, además… un quiñón pajero.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
Una característica del terreno, común a muchos lugares de La Mancha, es la existencia de una costra caliza situada a muy poca profundidad, lo que ha sido determinante en la aparición de los seculares lindazos de piedra propios de estas tierras y que hasta hace poco han conformado un paisaje peculiar que se esta perdiendo. Estos lindazos de piedra impedían que se pudiesen labrar los viejos caminos. Pero hora lo que denominan «emparraos» avanzan como filas de soldados sobre los caminos hasta que los engullen. Por favor, a ver si puede comentar algo al respecto. Mil gracias de Altagracia que lo admira muchísimo
Muchas gracias, de nuevo por tu comentario. Y tienes toda la razón.