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Camino del Arcediano, campo de criptana, Charca, Depuradora, Laguna, Lluvia, Naturaleza, Vía Férrea

Naturaleza criptanense: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Puede resultar insistentemente reiterativo el que escribe con este perpetuo permanecer junto al Camino del Arcediano, junto a sus paisajes, junto a sus lagunas, junto a las aves que allí buscan su solaz primaveral, junto, en fin, a uno de esos pequeños milagros con los que la naturaleza de vez en cuando nos sorprende.

Locus amoenus: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Hoy he vuelto a encaminar hacia allí los destinos de mi paseo en bicicleta; hoy, bajo un cielo encapotado, bajo una amenazante lluvia, he vuelto a aquel lugar para volver, de nuevo, a sorprenderme con lo el paraje depara al caminante. No espere el lector, no espere el caminante, encontrar grandes despliegues de la naturaleza. Es cosa de poco, pero, como ocurre a menudo en la vida, a veces «poco» es «mucho».
Éste es uno de esos casos, comenzando por la muy discutible aplicación del nombre «laguna» a aquellas masas de agua que se encuentran al sur de Campo de Criptana, al otro lado de la vía férrea, allí donde los campos comienzan a extender su planicie casi infinita, casi sin horizonte. Habrá quien considere una exageración sin fundamento, quizá una veleidad altisonante del que escribe, considerar «laguna» a aquel conjunto de aguas… no digo que no, pero insistiremos aquí en tal denominación porque, hasta que no se demuestre lo contrario, los límites entre «laguna» y «no laguna», es decir, «charca» o cualquier otro apelativo que se desee, no están del todo claros. En esto, al igual que otros aspectos de la vida, hay que elegir, y nos reiteramos en llamar «laguna» a aquel embalsamiento de agua que tuvo su origen en una depuradora.

Aves por todas partes: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Hoy, el Camino del Arcediano criptanense, era un salón de conciertos en el que resonaban las notas musicales de decenas de aves que se posaban en el agua, que la sobrevolaban, que parecían casi casi caminar sobre ella. Merecía su tiempo el espectáculo, a pesar de las finas gotas de lluvia que de vez en cuando e intermitentemente caían sobre el paraje y sobre la laguna. Por eso hoy he escrito de nuevo sobre este lugar, porque lo que he visto hoy merecía un artículo, porque pocas veces se puede contemplar un baile de tantas aves y tan diversas en un lugar tan cercano a Campo de Criptana.
La naturaleza lo aprovecha todo y es capaz hasta de convertir una depuradora en locus amoenus.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO