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El kilómetro 157: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

El kilómetro 157: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

El tiempo a veces te da sorpresas y encuentras lo que no buscabas. Eso ha ocurrido hoy, mientras andaba de acá para allá por hemerotecas buscando alguna historia de interés. Es una breve nota publicada en el periódico coruñés El Orzán, diario independiente, año XI, núm. 3102, del 31 de mayo de 1928. Recoge un suceso ocurrido en Campo de Criptana, que dice así:

Un matrimonio muerto por una locomotora

Ciudad Real.- En el paso a nivel de Criptana, en el kilómetro 157, una locomotora que realizaba maniobras arrolló a un carro en el que iban Antonio Escudero y su esposa María Muñoz.

Los dos quedaron muertos.

Ya en su momento hablábamos de esta noticia (véase: Crónica negra ferroviaria, III: Campo de Criptana, 1928), pero en aquella ocasión la tomábamos del periódico La Vanguardia, del jueves 31 de mayo de 1928, donde se publicó tal cual. Añadíamos, además, una versión más amplia del suceso que se publicó en el Heraldo de Madrid, año XXXVIII, núm. 13.211, del viernes 1 de junio. Añade ésta que la locomotora circulaba en dirección descendente, que el fallecido Antonio Escudero, tenía treinta y cinco años de edad, y que su mujer, cuyo nombre completo era María Dolores Muñoz, contaba con treinta años. Se nos dice también que el matrimonio era natural de Elche de la Sierra (Albacete), y que el choque fue tan violento que la locomotora lanzó al carro a gran distancia.

Como ya dijimos en aquella ocasión, el punto kilométrico 157 del ferrocarril coincide con el lugar en el que actualmente y desde hace mucho hay un puente que está situado entre los kilómetros 1 y 2 de la carretera C-1222 que comunica Campo de Criptana con Arenales de San Gregorio. Y en ese mismo lugar, precisamente, antes de que se construyese la actual carretera, cuando en su lugar había un camino allá por 1886, cuyo nombre era el de Campo de Criptana al Molinillo… allí había una casilla junto a la vía férrea.

La barandilla amarilla: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

La barandilla amarilla: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Hoy aquel paisaje ha cambiado mucho. Cambió cuando se construyó la carretera, cambió cuando se suprimió el paso a nivel aquel, cambió cuando se abatió aquella casilla, y cambió cuando se construyó aquel puente de barandillas amarillas, puente estrecho, puente de preferencia de paso para una dirección, puente de espera para el de dirección contraria. Como buenos vecinos, hay que esperar en este puente que pase el prójimo para pasar uno después.

Y mucho más cambió luego. Se hizo la nueva carretera, y se hizo cerca una rotonda. Es esta otra más de las muchas con las que los tiempos modernos han inundado nuestros paisajes. Tiene uno, no le duelen prendas en reconocerlo, cierta reticencia a las rotondas, a un hipotético eterno rodar en círculos sin salir nunca de ellas, a ese ciclo infinito e interminable. Yo creo que esto de las rotondas tiene algo de apocalíptico, pero sé por qué… a lo mejor algo de maldición. Es algo que no se puede explicar así como así. Pero ahora, cada vez que paso por allí pienso que aquel paraje fue, hace ya muchos años, escenario de una tragedia.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO