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El improvisado campo de batalla: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Retrocedemos hoy a aquellos años inciertos, inseguros, años de tribulación bélica de comienzos del siglo XIX. Comenzó el siglo con guerras y con guerras continuó su transcurso. Hubo guerra de independencia; hubo guerras civiles, como las Carlistas; hubo guerras de las otras, como aquellas en las que España se vio involucrada en el norte de África, hubo guerras más lejanas, en Filipinas, hubo guerra en Cuba. Comenzó el siglo con guerra y terminó con guerra. Y, como la guerra es jinete del Apocalipsis, no viene sola. En esto los cuatro jinetes, que son muy de ir en compañía, se ponen de acuerdo, y vienen a la vez… viene el de la guerra, viene el del hambre, y, como era de esperar, viene el de la muerte… viene también el de la victoria, pero no sabemos si después de los otros tres éste sirve para mucho.
Todas estas guerras, de una forma o de otra, en mayor o menor, intensidad afectaron también a Campo de Criptana, pero en algunos casos, fue el pueblo criptanense escenario de guerra. Ello ocurrió en diversos momentos de la Guerra de Independencia, por ejemplo en 1811. Ya en otra ocasión dedicábamos un artículo a una de las escaramuzas ocurridas en Campo de Criptana en aquel año (véase: Franceses y guerrilleros, Campo de Criptana, 1811). La fuente de lo allí dicho era el libro de E. Rodríguez-Solís, Los guerrilleros de 1808. Historia popular de la Guerra de la Independencia, tomo II, cuaderno 1, Madrid 1887 (pág. 35). Nos cuenta que a finales de enero de 1811 la Sierra de los Molinos de Campo de Criptana adquirió una inusitada importancia estratégica, pues desde ella se podía dominar una «extensión de más de 25 leguas de radio». No vamos a dar más detalles sobre aquel artículo; lo tiene a su disposición el lector para que pueda acudir a él y leerlo con la tranquilidad y la fruición deseadas.

En la Sierra de los molinos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
El libro del que tomábamos esta información se publicó en 1887, es decir, 66 años después de los acontecimientos. Hoy traemos una fuente de primera mano para este mismo acontecimiento, puesto que es uno de los militares españoles que participaron en aquella batalla molinera, que fue real y no quijotesca. Es Miguel Díaz, comandante de la junta superior de Alcázar de San Juan. Su informe de lo sucedido se publicó a los pocos días de haber tenido lugar, el 18 de febrero de 1811 en la Gazeta de la regencia de España e Indias (págs. 146-147). Lo reproducimos a continuación, respetando al máximo las peculiaridades gráficas del texto:
Con fecha del mismo 29 avisa desde Alcázar de S. Juan á la junta superior de esta ciudad el comandante D. Miguel Díaz, que hallándose el día anterior con el escuadron de su mando en las inmediaciones del Campo de Criptana, supo que el enemigo estaba dentro de la villa con 350 infantes y un cañón de á 4, y que habiendo resulto atacarle, formó a las 8 de la mañana su escuadron en batalla, y envió una guerrilla de 12 hombres, que acometiendo al enemigo con un denuedo extraordinario, logró apoderarse, á pesar del fuego vivo que le hacían, del molino llamado de la Horca, punto muy interesante para observar sus movimientos. El escruadron que manda D. Claudio Escalera que ocupaba el derecho, envió otra guerrilla que unida á otra tercera que envió Díaz por el centro con el objeto de llamar al enemigo, no pudieron en toda la mañana sacarle de sus posiciones. Viendo pues su cobardía, mandó Diaz á las guerrillas que cargasen sobre él, lo que hicieron con tanta intrepidez, que le obligaron á reunir sus avanzadas al punto en donde se hallaban en columna con el cañon. Entonces reunió Diaz sus fuerzas con las de Escalera, y permaneció acampado toda la noche con el objeto de atarcarlo ántes del alba; pero el enemigo temeroso abandonó la villa con el mayor sigilo. Los franceses tuvieron 22 muertos de los que 3 lo fueron dentro de la misma villa por 3 de las guerrillas de Diaz, qué los degollaron por no haberse querido rendir: tuvieron además 3 prisioneros y varios heridos, sin que por nuestra parte hubiese la menor desgracia.
Coincide esta narración en lo básico con la ya citada anteriormente, aunque aquella aporta más detalles que permiten situar mejor los acontecimientos. No hay duda de que Rodríguez-Solís pudo disponer de otras fuentes que venían a completar lo dicho en esta Gazeta de 1811. Pero merecía la pena traer aquí esta nota y recordar de nuevo aquel episodio bélico, sobre todo por la inmediatez de la información publicada a los pocos días del suceso. Fue aquel día en que la Sierra de los Molinos de Campo de Criptana fue campo de batalla… batalla real, y no contra gigantes.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO