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Comparando la situación del Campo de Criptana de comienzos del siglo XX con la actual, llama la atención la drástica reducción de comercios de diferentes ramos que ha tenido lugar. Hoy… no sé, no estoy seguro ¿cuántas zapaterías puede haber en Campo de Criptana? Tres, cuatro o quizá cinco… no puedo ahora, ciertamente, dar una cifra exacta (aunque quizá con los dedos de la mano tendríamos bastante). Muy diferente era la situación allá por comienzos del XX, por ejemplo en el año 1911. Hacía tiempo que no hacíamos una de aquellas visitas a los directorios comerciales que tan abundantes informaciones nos aportan sobre el Criptana de otros tiempos y que tanto nos gustaban. Me refiero cuando hablo de directorios al Bailly-Baillière y al Anuario Riera. No podría decir ahora cuánto hemos escrito a lo largo del tiempo que viene estando vivo este blog a partir de los datos de estos directorios, a partir de esos listados de nombres pertenecientes a diversos gremios y profesiones detrás de los cuales se esconden historias de la vida cotidiana, del trabajo diario, de otros tiempos.

Hoy volvemos a uno de esos directorios, al Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración para el año 1911. Y buscaremos allí el capítulo «Zapaterías» en Campo de Criptana. Y lo encontramos en la pág 2150. E, inevitablemente, el asombro tiene que aflorar en nuestras caras, puesto que encontramos un buen numero de zapaterías, bastante más de las que hay en la actualidad. Veamos, pues, quiénes eran los propietarios de aquellos establecimientos:

Bernardo Bustamante

Inocente Bustamante

Ramón Bustamante

Viuda é hijos de Juan José Bustamante

Francisco Carmona

Pedro López

Jerónimo Manjavacas

Manuel Manjavacas

Quiliano Márquez

Jesús Millán

Victoriano Pintor

Podemos contar, pues, once zapaterías en el Campo de Criptana de 1911. Nos llama la atención la profusión de algunos apellidos en el gremio, lo que indicaría que, como en otros casos, el negocio tiene una entidad familiar. De las once zapaterías, cuatro pertenecían a propietarios de apellido Bustamante, mientras que en dos casos encontramos el apellido Manjavacas. No era privativo de aquel gremio el apellido Bustamante en aquel tiempo, pues este mismo Directorio recoge el nombre de José Vicente Bustamante como sastre. Y vamos más allá en el asunto, pues era, en general, Bustamante apellido prolífico en este Directorio. Encontramos también dos carpinteros de apellido Bustamante, Cecilio y Pedro. Aunque, quizá, el caso más llamativo sea el del capítulo «Mecánicos», en el que de los cinco nombres reseñados, tres tienen los apellidos Escribano Herencia (Felipe, Francisco y Julián) y dos el apellido Escribano (Isidoro y Rogelio).

No podríamos concluir este artículo sin recordar que en 1912 un par de zapatos, o mejor dicho, de botas, fue elemento clave y crucial en el descubrimiento de uno de los crímenes más macabros de la historia de Campo de Criptana (véase: «Negrina Corona», a la venta en Hijos de P. Alarcón, y la espeluznante historia de las botas, Campo de Criptana, 1912). Tuvo aquel crimen, aquella espeluznante historia del saqueador de tumbas, como escenario el cementerio criptananense allá por 1911 (véanse: Campo de Criptana, 1911: La espeluznante historia del saqueador de tumbas; Campo de Criptana, 1911: Más sobre la espeluznante historia del saqueador de tumbas… y su mujer; y Campo de Criptana, 1911: De nuevo, sobre la espeluznante historia del saqueador de tumbas… y su mujer ¿El desenlace?).

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO