Etiquetas
Alcázar de San Juan, Burro, campo de criptana, Carro, Ch. Fierville, Diligencia, Don Quijote, Ficción, Imprimérie Francisque Guyon, La Mancha, Molinos de viento, Realidad, Saint-Brieuc, Tren, Viajero
Dirá el lector que nos ha dado últimamente por hablar de viajeros que a Campo de Criptana han venido, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX. Es cierto. No lo puede negar el que escribe, que se ve impulsado a escribir estas cosas ante la desidia y el cansancio que aquejan a las instituciones a la hora de contemplar el legado cervantino y quijotesco en Campo de Criptana, y en toda La Mancha también. Mucho ruido y pocas nueces… como siempre.

La sierra y los molinos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
No quiere el que escribe celebrar centenarios, ni aniversarios, ni efemérides. Quiere el que escribe sólo poner las cosas en su sitio, y lo hace el que escribe refrescando la memoria criptanense. Y por ello hoy continuaremos hablando de viajeros en Campo de Criptana, de aquellos que tuvieron que venir aquí para recordar a los de aquí que los molinos de aquí fueron aquéllos contra los que luchó Don Quijote. De nuevo, realidad y ficción se disuelven en uno, tanto que es difícil distinguir qué es real y qué no lo es.
Toca hoy hablar del francés Ch. Fierville, doctor en letras, que viajó por España y recogió sus impresiones en su libro Relation d’un voyage en Espagne, Saint-Brieuc: Imprimérie Francisque Guyon 1876. Pasó, como era de rigor en cualquier viaje por España que se precie, por la Mancha y también por Campo de Criptana. Aunque en este caso, a diferencia de otros, bien podemos decir que «pasó» de modo fugaz y rápido, tan rápido podía ser un tren de aquellos años. Porque, en efecto, Fierville tomó el tren en Madrid con dirección a Alicante. Es, por tanto, su viaje en tren, la experiencia que articula su visión de La Mancha, la descripción desde una ventanilla que no desmerece ante la que podría haber hecho un viajero en burro, en diligencia, en carro o, como también uno casos, a pie. En esto de viajar hay para todos los gustos.
Lo cierto es que desde el tren, nada más salir de Alcázar de San Juan en dirección a Criptana, es cuando mejor se contempla aún hoy el conjunto de los molinos de la sierra criptanense. Con más razón en aquel tiempo en que vino Fierville por estas tierras. En esto el paisaje ha cambiado poco; otra cosa es acercarse a Campo de Criptana. Esto sí ha cambiado y mucho. En la página 11 del citado libro Fierville contempla los molinos criptanenses desde su plaza en el tren:
On aperçoit en passant la sierra de Molinos à Campo de Criptana. Les vingt-quatre o vingt-cinq moulins qui couronnent la hauteur sont, dit-on, ceux de don Quichotte.

Desde la lejanía: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Lo que, traducido al español, viene a decir:
Se puede ver al pasar la sierra de los molinos en Campo de Criptana. Los veinticuatro o veinticinco molinos que coronan la altura son (se dice) los de Don Quijote.
Otro más. Otro viajero que casi sin darse cuenta confunde realidad y ficción, otro viajero que ve en los molinos de viento la novela, que ve la simpar lucha de Don Quijote, que ve cómo la novela de Cervantes respondía a la realidad. Quizá por esto tantos y tantos viajeros franceses vinieron a Campo de Criptana por aquel tiempo: Porque realidad y ficción aquí eran uno… y aún lo son.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO