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Senda de Cantareros en La Hidalga: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Andábamos buscando hace unos días la hijuela perdida. Buscábamos ayer nombres e historias ya casi del todo perdidas del convento de Carmelitas Descalzos de Campo de Criptana. Muchas cosas perdidas andamos buscando por estos días, por lo que no vendrá mal atárselos a San Donato o a San Cucufato, que tanto vale uno que otro, como último y milagroso recurso para llegar a hallazgos imprevistos y desesperados. También se pueden buscar personas, como ocurrirá en el artículo de hoy, pero ya entramos de lleno en el mundo judicial.
Esto ocurrió cuando el juzgado municipal de Campo de Criptana buscaba a un cazador furtivo de identidad desconocida que, presuntamente (como tanto se dice hoy), había estado actuando en el paraje de La Hidalga. En consecuencia, se mandó publicar una providencia y así se hizo. Apareció en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 31 de mayo de 1905, y dice así:
Cerca de La Hidalga: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Por la presente y cumpliendo una providencia dictada hoy por el Sr. Juez municipal de esta villa, en virtud de denuncia presentada por el Comandante del puesto de la Guardia civil de la misma, se cita á un hombre desconocido que en la tarde del 25 del mes actual se presume se dedicaba á cazar en este término municipal y sitio de la Hidalga, en cuyo sitio dejó abandonada una escopeta de un cañón, en un sembrado, y que fué recogida por la pareja que prestaba servicio por aquel sitio, para que el día 2 de Junio próximo y hora de las nueve, comparezca en la sala audiencia de este Juzgado para asistir al juicio de faltas acordado con motivo de referida denuncia.
Y para la práctica de dicha citación, previniendo al interesado que si no comparece le parará el perjuicio que haya lugar, según ley, libro de esta cédula en Campo de Criptana á 26 de Mayo de 1905.- El Secretario, José A. Sánchez.
No sabemos si el juzgado encontró o no al tal presunto cazador (pues no se sabe ni siquiera si fue un cazador quien dejó allí su escopeta), ni tampoco las circunstancias por las que en aquel lugar apareció aquella escopeta. Ignoramos si este extraño caso se resolvió o no, pero ahí queda… «el misterio de la escopeta abandonada» que sería digno, quizá, de argumento de una novela de Agatha Christie, o del Comisario Montalbano, o de Sherlock Holmes, o, para no irnos más lejos, del detective Plinio.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO