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La iglesia y la llanura (Cuadro "Vista de Campo de Criptana"): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2005)

La iglesia y la llanura (Cuadro «Vista de Campo de Criptana»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2005)

Así, como quien no quiere la cosa, y por piruetas del destino, que en esto de dar vueltas es especialmente hábil, el que escribe este blog se convierte de vez en cuando en viajero, o también en caminante, y las circunstancias impiden que el que escribe escriba, como es su costumbre desde hace ya cuatro años y medio, su cotidiano escrito. Y tantos días han pasado en los que el que escribe se ha convertido en caminante, que, una vez vuelto a la rutina cotidiana, no se acuerda ya el que escribe dónde dejó la cosa, si es que dejó alguna a medias, una serie quizá, o si toca al retomar buscar un nuevo tema. He mirado hoy en el fondo de ese cajón de materiales y de ideas que uno guarda bajo llave buscando un tema para este artículo. Y después de buscar, de hojear, de releer, el que escribe ha caído en la cuenta de que había una serie inconclusa que no debe quedar como tal. Hay que acabarla, para que no queden cabos sueltos, para no dejar al lector con la duda de lo que ocurrió, para que el ciclo se cierre como debe cerrarse, para que las cosas queden en su sitio, para no se piense nadie que urde uno tejemanejes y se calla cosas.

Habrá, por tanto, que concluir esta serie para cuyo final aún nos quedan varios artículos. O es mucha la materia o es mucha la lentitud del que escribe en este de contar cosas. No sabría decirlo. Lo cierto es que aquí nos saldrá una serie como Dios quiere y manda, una serie de las de verdad, una serie de muchos capítulos numerados con números romanos, para dar sensación de seriedad y prestancia, de un pedigrí y distinción que en estos contextos no proporciona la numeracion en árabigos. Retomenos, pues, las cosas donde las dejábamos. Antes de esta interrupción nos ocupábamos de la inauguración de la nueva iglesia parroquial criptanense un 30 de mayo de 1958. No se limitó, como ya se dijo en su momento, la fiesta al mismo día 30, sino que comenzó el 29 y se prolongó hasta el 2 de junio, fiesta grande, fiesta mayor en Campo de Criptana, fiesta de procesiones, de misas, de fuegos artificiales, conciertos y más cosas, porque, puestos a imaginar, en aquella época no se andaban por las ramas.

Desde la lejanía... la iglesia: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Desde la lejanía… la iglesia: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Se dijo el día 30 de mayo en esta iglesia su primera misa, y hubo muchos otros actos que no vamos a repetir aquí. Para ello remitimos al lector interesado en la cuestión al artículo en cuestión: Fue un 30 de mayo… la inauguración de la nueva iglesia parroquial (Campo de Criptana 1958) (IV): La primera misa. Recordamos que el programa de aquella festividad se publicó en el periódico Lanza del 28 de mayo de 1958 como parte un amplio publirreportaje dedicado al Campo de Criptana de aquel tiempo. A las 2 de la tarde del día 30 de mayo, una vez acabada la misa y una vez nombrado D. Gregorio Bermejo López, párroco criptanense a la sazón, Hijo Adoptivo, hubo reparto de bolsas de comida a las familias pobres.

Hubo después, quizá, como ya decíamos y como suponemos, siesta (más por ser práctica natural que por tener datos que así nos permitan afirmar que la hubo), y a lo mejor, como ya decíamos también, fue en algunos casos siesta de pijama, «Padre Nuestro» y orinal, que viene a ser siesta de tres o cuatro horas como mínimo… y en cama, como diría Don Camilo… José Cela, por supuesto.

Pero a las 8 de la tarde la fiesta revivía y según nos dice el periódico Lanza a esa hora tendría lugar el:

Concierto en la plaza del Generalísimo, por la Filarmónica Beethoven.

En la plaza y en el quiosco... el concierto (Vista parcial del cuadro "Panorámica del centro de Campo de Criptana"): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2005)

En la plaza y en el quiosco… el concierto (Vista parcial del cuadro «Panorámica del centro de Campo de Criptana»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2005)

Y a lo mejor ya había quiosco de la música, y a lo mejor el concierto se hizo sobre él, con todos los músicos formando círculo al mando de su director. Yo creo que como sonaba la música en el quiosco no suena en ningún otro lugar, ni en un escenario improvisado o sin improvisar, aunque la Filarmónica Beethoven rebosaría con creces la cabida de aquel quiosco. A lo mejor no sonaba mejor la música en el quiosco y me lo parece a mí. A lo mejor sonaba mejor aquella overtura de Guillermo Tell, de Rossini, que hace muchos, muchos años, oí interpretar a la Filarmónica Beethoven, antes de que yo supiera ni siquiera quién era Rossini.

Era: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

Era: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)

No acabaron en el concierto los actos. A las 11 de la noche vendrían los fuegos artificiales, que casi nunca faltaban en las fiestas criptanenses. Se celebrarían en las eras del «Pozo-Hondo», lugar en el que venía siendo habitual que se celebrasen los fuegos artificiales, o La Pólvora, como habitualmente suele ser llamado en Campo de Criptana tal espectáculo pirofestivo. Hoy hay Pozohondo, pero ya no hay eras. Hoy todo ya ha cambiado mucho, y ya casi no hay eras en Campo de Criptana, por desgracia, porque eran un patrimonio cultural a proteger y del que aprender cómo hacer un empedrado como Dios quiere y manda, un empedrado pensado para durar siglos, para aguantar trillas o para aguantar el paso del tiempo o para aguantar las inclemencias del tiempo. No pensaron quienes las hicieron en que el abandono y la dejadez acabarían con ellas.

Concluiría el día con la celebración de la Hora Santa Sacerdotal, predicada por:

… el M. I. Sr. don Isaac Zudaire, Rector del Seminario Mayor de Ciudad Real.

Y, ya en la noche, vendría el turno de la Adoración Nocturna, en este caso con una vigilia extraordinaria. Esto era a las 12 de la noche ¿del día 30? ¿O las 12 de la noche ya es día 31? Es éste uno de esos problemas que acucian a menudo al que escribe, el de esa indefinición del tiempo, esa indefinición de las horas, y de los días, que a lo mejor es una indefinición que acucia también al universo ¿Se pueden poner límites al tiempo, se puede compartimentar? ¿Cuándo acaba un día y cuándo comienza el siguiente?

Mañana continuaremos explicando cómo serían los actos del día 31 de junio.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO