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Hablando de la iglesia: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
A lo mejor se está perdiendo el lector entre los recovecos de estas festividades que, quizá, hemos compartimentado en exceso. A lo mejor habría sido mejor exponer las festividades de un día completo, o agrupar tales festividades por sus características comunes, es decir, actos religiosos, actos oficiales, conciertos, y otras. Cualquier otro modo de exponer este material habría resultado válido, pero siempre nos enfrentamos al mismo problema: El resultado habrían sido artículos demasiado amplios en los que, por exceso de datos, no habría habido cabida para los comentarios y exégesis varias del que escribe, pues, como habrá podido apreciar el lector, aprovecha el que escribe cualquier oportunidad para meter baza y para poner, con más o menos acierto, los puntos sobre las íes.
Hay que añadir a ello que los programas de actos suelen en general excesivamente secos, excesivamente concisos, excesivamente magros en sintaxis, en fin, demasiado asépticos y, como habrá podido apreciar el lector, si a algo tiene fobia el que escribe es a lo aséptico… además de a los deportes varios (a todos, para decir la verdad), exceptuado el parchís, por supuesto. También es seco y aséptico el programa de actos que para esta inauguración y bendición de la nueva iglesia de Campo de Criptana los días 29 de mayo al 2 de junio publicó el periódico Lanza, del 28 de mayo de 1958, y por ello lo aderezamos, en lo que podemos, con nuestras notas.

Seguimos hablando de la iglesia: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Dejábamos ayer las cosas en el día 31 de mayo. Había comenzado la jornada festiva a las nueve y media de la mañana, con una misa pontifical. Había continuado por la tarde con un solemne triduo eucarístico. Pero ya ahí quedaron los actos religiosos en sí mismos, porque la música se abriría paso con el caer de la tarde, y resonarían de nuevo las notas de la Filarmónica Beethoven en otro concierto, otra vez en la plaza del Generalísimo, y otra vez, suponemos, en su quisco.
A la música continuó el teatro. Fue a las 11 de la noche, y fue en el Teatro Cervantes, también en la Plaza del Generalísimo. Aquel Teatro Cervantes viejo, aquel que presidió el lado oeste de la plaza criptanense hasta hace algunas décadas, atesoraba mucha historia, atesoraba muchas experiencias, atesoraba, en fin, una parte fundamental de la memoria colectiva criptanense, la del espectáculo en sus mejores años, cuando Campo de Criptana era etapa obligada en las giras nacionales de las más importantes compañías teatrales y de variedades de España. El Cuadro Artístico de las Juventudes de Acción Católica interpretaría el retablo escénico Miserere, de Alfredo M. Petit, que estaba inspirado en la leyenda de Bécquer. Se cerraría el día con una actuación de la Masa Coral que, dirigida por Rafael Calonge, interpretaría «varias composiciones a cuatro voces mixtas».
Y entonces, con la noche llegó el fin del día 31 de mayo, el fin del mes de mayo de aquel año de 1958, y el fin de los actos de aquel día. El nuevo mes traería más festividades, las de los días 1 y 2 de junio, pero éstas son ya tema para otro día, y para otro día las dejamos.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO