Etiquetas
Alcázar de San Juan, Arroyo de San Marcos, Camino, Camino de la Dehesa de Melgarejo, Camino de la Puente, Camino del Molinillo, Camino del Vado del Guijarral, Campo de Critpana, Casa de Facundo Rufián, Casa de los Jardines, Casa del Rano, Cauce, Diccionario de la lengua castellana, El Molinillo, Ferrocarril, La Puente, Laguna de Salicor, Llanura, Mapa, Orden, Paisaje, Paraje, Puente de San Benito, Río Záncara, Real Academia Española, Tierra, Vado, Vado de El Molinillo, Vado de Mascaraque, Vado del Guijarral

El río aquel: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)
Tan extenso era y es el término municipal criptanense en otros tiempos que un viaje por el mapa de sus caminos y tierras nos permite cambiar de paisajes, y también de toponimias. Buena será que vayamos hoy al río Záncara con aquel mapa de Campo de Criptana de 1886. Aparece el río con su convención debida, es decir, con su cauce pintado en azul, un azul prusia, que simula, sin duda agua. Es esta agua la que entonces llenaba su cauce e iba buscando el mar, como debe hacer todo agua de río que se precie. Tardará más o tardará menos en llegar, pero siempre llegará esa agua de río al mar, por muchos obstáculos que tenga. Hay casos raros, como el del Arroyo de San Marcos, del que tanto hemos hablado, cuyas aguas no iban a parar al mar de verdad, sino a un mar chico de llanura, que no es sino la Laguna de Salicor. En esto esta laguna tiene pedigrí, pues, como un gran río, tiene su cuenca, pues todas las aguas de los alrededores van a parar a ella, sean muchas o sean pocas. En eso no nos metemos.

Un gran río: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2013)
Como iba diciendo el río Záncara parece una frontera natural entre paisajes criptanenses, el norte y el sur. Hubo un tiempo, como se puede comprobar en el mapa de 1886, que sobre aquel río sólo había un puente, «el puente» por excelencia o, mejor dicho, «la puente». «Camino de la Puente» se llama aún aquel que va hacia el Puente de San Benito. El Diccionario de la lengua castellana de la Real Academia Española, de 1737, nos dice, en efecto, que «puente» es vocablo de género femenino. Queda ese resto en la toponimia criptanense… «Camino de la Puente». No es la única palabra en la que operó tal cambio de género. También ocurrió con «orden», que hoy es femenino, y en otros tiempos fue masculino, «el Orden de Santiago». Pero volvamos al río, y volvamos al puente, o a la puente, como se quiera, porque, en aquel año de 1886 era aquel de San Benito el único que servía para cruzar un río que, como el Záncara, podía tener grandes crecidas, a juzgar por la anchura de su cauce en algunos enclaves. No juzgues, lector, el pasado del río por lo que veas hoy. No tiene nada que ver. El Záncara entonces era gran río, lo que justifica que se construyese un puente con tanta prestancia y con tantos ojos como el del Puente de San Benito. No había más puentes en el río Záncara en el término de Campo de Criptana, a excepción del que servía de paso al ferrocarril, allá por su kilómetro 167, y algún que otro puentecillo, como el que había cerca de la Casa de Facundo Rufián.

El Záncara junto al puente: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2011)
Casi todos los caminos que iban de Criptana hacia el sur confluían con el río Záncara, y allí encontraban sus correspondientes vados que, suponemos, en tiempos de crecidas serían intransitables. Llegaba el Camino del Molinillo al paraje de El Molinillo, allí junto al río, y allí estaba su vado, el de El Molinillo. Llegaba el camino de la Dehesa de Melgarejo al río, y allí tenía su vado, el de Mascaraque. Incluso el vocablo «vado» dio nombre a un camino, el «Vado del Guijarral», que tenía su correspondiente vado en el río.
En el mapa de 1886 el río aparece domeñado hasta el Puente de San Benito. A partir de allí parece liberarse su cauce, parece querer buscar la llanura, y se extiende a un lado y a otro, y llegaba casi hasta la Casa de los Jardines al sur, y hasta la Casa del Rano al norte, ya casi en el término de Alcázar de San Juan. Basta, sin embargo, echar un vistazo al mapa para ver que el Puente de San Benito era el paso obligado. Todos los caminos iban a parar a él desde el norte y todos partían de él hacia el sur, como si de un embudo se tratara.
Pensaba el que escribe que poco quedaba ya por decir sobre el río Záncara…, pero siempre queda materia. Un mapa y la imaginación dan para viajar mucho, en el espacio y en el tiempo también.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO