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Cerca de donde hubo un apeadero: Foto de José Manuel Cañas Reillo (2015)
Casi nada queda ya hoy que recuerde que allá, en la vía férrea Madrid – Alicante, más o menos entre los puntos kilométricos 163 y 164, en el paraje de Los Arenales, muy cerca del camino de Argamasilla de Alba al Toboso, y muy cerca también del camino de Carralero, y a poco de la Casa de Juan Ferrán… allí hubo en otro tiempo allí un floreciente apeadero, el de Arenales, que por aquellos años finales de los veinte vivía sus mejores momentos, tanto que los vecinos de Arenales de la Moscarda, hoy de San Gregorio, querían que fuese estación. Pero, lo que nos importa aquí, la reivindicación del pueblo de Arenales llegó a la prensa y, con el título «El apeadero de Arenales» se publicó una nota de la redacción en el periódico El Sol, año XII, núm. 3.487, del viernes 5 de octubre de 1928, que decía lo siguiente:
Entre Criptana y Záncara, estaciones de la línea Madrid-Alicante, existe una (sic) apeadero – Arenales – que tiene gran importancia. Expide como mínimo 500 billetes de todas clases mensualmente, y seguramente se convertiría, a poco que la Compañía se lo propusiera, en una estación de mucho tráfico.
Pero la Compañía está empeñada en que Arenales no sea más que un apeadero, y esta terquedad produce grandes daños a los que tienen su riqueza agrícola en las inmediaciones de la vía férrea. El vino que se produce en las cercanías de Arenales es transportado con grandes dificultades (sobre todo en las épocas de lluvias y temporales) a Záncara (13 kilómetros) y a Criptana (17 kilómetros), dando lugar a grandes gastos y a otros perjuicios.
En el paraje de Los Arenales: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Todo ello podría evitarse autorizando a Arenales a expedir y a recibir mercancías de grande y pequeña velocidad. La cosa es bien fácil y hasta conveniente para la Compañía ferroviaria, que encontraría en Arenales una fuente de ingresos.
Hace mucho tiempo que se viene gestionando de la Compañía que acceda a los deseos de Arenales inútilmente. Nosotros esperamos que ahora sean oídos aquellos vecinos. Las Compañías férreas están rectificando su conducta y acuden con interés a las demandas de los pueblos españoles. ¿Por qué ha de ser Arenales una excepción?

Por donde hubo un apeadero: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Hoy, como hemos dicho, casi nada queda en aquel lugar que recuerde aquel apeadero antaño floreciente, sólo el silencio, roto de vez en cuando por el paso fugaz de un tren sin parada, roto de vez en cuando por algún vehículo que atraviesa, cercano, el puente del camino de El Toboso a Argamasilla de Alba, sólo roto por la música de una radio que acompaña las calurosas horas de vendimia… sólo roto, muy de vez en cuando, por la propia naturaleza. Ya no hay viajeros, ya no hay mercancías, ya no hay trenes con parada en aquel lugar. Arenales no tiene estación, pero en su apeadero, en otro tiempo, se vendían «quinientos billetes de todas clases mensualmente» y eso es mucho.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO