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Molino de Criptana: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2013)
Bueno será que, después de hablar varios días de la fotografía, veamos en qué contexto se publicó, para adornar e ilustrar qué (véanse: Ángel Dotor, una vieja fotografía, la torre de la iglesia y el inmisericorde paso del tiempo, Campo de Criptana 1936; ¿Y la fotografía prometida? Campo de Criptana 1936; y ¿La fotografía? No, todavía no… porque mil palabras valen más que una imagen, Campo de Criptana 1936). Apareció la fotografía, como ya dijimos, en un artículo publicado por Ángel Dotor en la revista barcelonesa Algo, núm. 336, del 18 de enero de 1936. De Ángel Dotor y Municio (1898-1986), de Argamasilla de Alba, poco más podemos añadir a lo ya dicho en otras ocasiones en este mismo blog (véase: Viajeros en Campo de Criptana: El escritor Ángel Dotor Municio, su «Don Quijote y el Cid» y los molinos de viento, 1928). Dejemos bien claro, sin embargo, que fue entre los manchegos uno de los que mejor conoció y comprendió La Mancha y a los manchegos, y su paisaje, y sus tierras, y sus cielos, y sus llanuras, y sus pueblos, y sus caminos… quien mejor comprendió, quizá, los escenarios de las aventuras de don Quijote, tan reales, casi, casi… como la vida misma.
Escribió Ángel Dotor y Municio mucho sobre Campo de Criptana y también sobre sus molinos. Un ejemplo lo tenemos en este artículo de la revista Algo, cuyo título fue «El famoso lugar de los molinos de viento». Campo de Criptana… es ese lugar, y los molinos de viento son los suyos. Iremos a partir de hoy desgranando aquel artículo de Ángel Dotor, e iremos viendo qué nos cuenta sobre el Campo de Criptana que él vio y conoció, aquel de una época que ya es historia, del que ya no se encuentran huellas y recuerdos sino en la hemeroteca y en algún que otro discreto anal de la historia oculto tras la grandilocuente y pomposa historia oficial.

Criptana y los molinos: Acuarela de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Tiene mucho que agradecer Campo de Criptana a Ángel Dotor y Municio, pues él cantó como pocos las excelencias de este pueblo, y él situó, como pocos, las aventuras de don Quijote en sus paisajes y en sus molinos. Pero añadamos algo más a lo ya dicho, y añadamos a alguien más en este crónica criptanense de 1936, porque la fotografía, «la famosa fotografía» de la que tanto hemos hablado, no es la única imagen que acompaña a este artículo en la revista Algo.
Aunque piensa el que escribe que no dice más una imagen que mil palabras, buena será que hagamos una excepción, porque los cuadros de Gregorio Prieto lo merecen. Dos de ellos acompañan al texto del artículo de Ángel Dotor. En uno se ve una calle y, a lo lejos, sobre las casas, un molino de aspas blancas. En la otra se ven dos molinos de su sierra, con sus aspas blancas que parecen en movimiento, y el pueblo blanco al fondo, y más allá la infinita llanura. Es una lástima que las fotografías de los cuadros se publicasen en blanco y negro, porque si algo hay que destacar en Gregorio Prieto son sus blancos y azules manchegos, sus cielos que desbordan los límites del cuadro. Estuvo mucho tiempo enamorado Gregorio Prieto de Campo de Criptana, y pintó mucho en su sierra y en sus molinos… pero Campo de Criptana le dio calabazas (véanse: El pintor Gregorio Prieto y los molinos de viento de Campo de Criptana, 1961, I; El pintor Gregorio Prieto y los molinos de Campo de Criptana, 1961,II).

Criptana: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2013)
Otro cuadro más acompaña al artículo. Es un óleo de Carlos Vázquez, pintor y fotógrafo natural de Ciudad Real, que también anduvo en muchas ocasiones por estas tierras criptanenses y dejó muchas imágenes de ellas, en fotografías y en cuadros (véase: Viajeros en Campo de Criptana: El pintor Carlos Vázquez, 1896). Se ve en el cuadro que acompaña al artículo a don Quijote por los suelos, a Sancho lamentándose, y allí, presidiendo la escena, un molino, orgulloso, como diciendo con sus aspas «he ganado la batalla». Al lado de Don Quijote el paciente Rocinante está en lo suyo buscando con su hocico algo que comer en el suelo.
Y ahora que lo pienso… ¿y la fotografía? Pensaba publicarla hoy en este artículo. Pero ya es tarde… ya es de noche. Otro día será.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO