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Pasado, presente y futuro: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

Pasado, presente y futuro: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2010)

La fotografía… a lo mejor ya va siendo hora de que la saquemos, o a lo mejor no. A lo mejor puede dar mucho de sí todavía, y podemos seguir teniéndola como excusa para esta serie que tiene un poco de todo, de histórica, de romana, de celtíbera, de medieval, de eclesiástica, de poética, de santoral, de cervantina, de molinería fina y no sé cuantas cosas más. A mí mismo me asombra para cuánto da una fotografía, o no la fotografía en sí misma, sino lo que podemos decir sobre ella, imaginar con ella, y evocar. En estos tiempos en que existe auténtica obsesión por «colgar», como se dice ahora, imágenes en las redes sociales, puede que la imagen esté sobrevalorada y que haya quienes como si de un síndrome de Diógenes fotográfico se tratara, se dedican a acumular fotografías, cuantas más mejor, sin saber qué hacer con ellas y sin que haya tiempo suficiente (quizá en toda una vida) para reflexionar sobre ellas, para imaginar el pasado con tranquilidad… y con ellas.

A lo mejor por eso no he puesto todavía la fotografía famosa en esta serie, porque no la necesitamos para imaginar, porque puede que así, con ella pero sin ella, seamos capaces de evocar mejor el Campo de Criptana de otros tiempos. Retomamos, pues, aún sin fotografía, la historia que nos contó el insigne Ángel Dotor sobre Campo de Criptana en la revista barcelonesa Algo, núm. 336, del 18 de enero de 1936. Triste era la imagen de la molinería criptanense en aquellos días de comienzos de ese año infausto. Ya lo veíamos ayer… y también lo veremos hoy, continuando con Ángel Dotor y Municio:

Contrista, sencillamente, ver cómo gran número de ellos se han ido arruinando, como consecuencia del abandono en que tuviéronse estas edificaciones seculares en época en que parece renacer la afición hacia las genuinas manifestaciones pretéritas de la estirpe, y cuando se ejecutan y proyectan monumentos y otros homenajes a Cervantes y el «Quijote». Quien sienta, como nosotros, en esta atalaya manchega que constituye el alcor de Criptana (desde la que descúbrese en derredor, y principalmente hacia el sur, un vasto panorama de leguas y leguas de llanura infinita) la inefable emoción que producen las elegíacas ruinas de los molinos de viento, no dejará de pensar, convencido, que uno de los mayores tributos a la memoria del primero de los grandes hispánicos estaría en la conservación y conocimiento general de todos estos mudos testigos de las escenas sublimes que palpitan en la obra gloriosa e imperecedera.

De Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

De Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2008)

Y ahí queda eso, y así llegamos al final el artículo de Ángel Dotor y Municio. Nos deja su final un regusto agridulce, porque la historia de los molinos de Campo de Criptana ha sido difícil y si siguen allí es casi por un milagro promovido por unos cuantos visionarios de una generación ya pasada hace mucho que descubrieron un futuro cervantino en Campo de Criptana mucho antes de que Campo de Criptana fuera consciente de él.

No acabamos aquí  la serie. Nos queda un epílogo, pero esto será cosa de mañana.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO