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Algo, Ángel Dotor y Municio, campo de criptana, Epílogo, Epitafio, Fotografía, Molinos de viento, Panorámica, Promesa, Serie
Poníamos punto y final ayer a este recorrido en nueve etapas por la historia criptanense de la mano de Ángel Dotor y Municio, con su artículo «El famoso lugar de los molinos de viento» que se publicó en la revista Algo, núm. 336, del 18 de enero de 1936. Y, como en este blog, el final no es siempre el final de verdad, concluimos hoy la serie con un epílogo, aditamento que tanto le gusta al que escribe a sabiendas de que toda historia, al fin y al cabo tiene un epílogo igual que una vida tendrá un epitafio (si lo paga con previsión el interesado o se encargan sus herederos de tan ingrata pero necesaria tarea).
La fotografía… Hemos estado dando vueltas en torno a ella, ella ha sido el motivo de esta serie, ella ha sido la razón de todo, ella la que nos ha traído y llevado de unas épocas a otras, ella la que nos ha hecho imaginar el Campo de Criptana de otros tiempos, una imagen congelada que al poco cambiaría ya para siempre, ella ha sido, en definitiva, la que nos ha permitido evocar nostalgias y añoranzas que lo que fue y ya no es.
La fotografía… Quizá ha llegado el momento de sacarla a la luz, de mostrarla aquí… por fin, pero, como habrá visto el lector, no nos ha hecho mucha falta la fotografía hasta ahora a lo largo de las nueve entregas de esta serie, porque mil palabras valen más que una imagen.
He aquí la famosa… «la fotografía»:

Panorámica de Campo de Criptana: Fotografía publicada en la revista «Algo», nº 336, del 18 de enero de 1936
Verás, lector, que no defrauda. Verás, lector, un panorámica privilegiada del Campo de Criptana, como suele decirse, de «antes de la Guerra», que es como decir que algo es muy antiguo o, también, que es diferente. Aquí la tienes, lector… por fin queda la promesa cumplida. Esperamos que la espera haya merecido la pena.
La espera ha sido larga, pero ha valido la pena. Al final, y para mi gusto, ha quedado una serie de las mejor construidas, con su mieja de intriga y todo. La fotografía me sugiere algunos comentarios. Creo que quien admira una pintura admite implícitamente que el pintor refleja lo que ve desde cierta perspectiva, de modo que se admite de entrada que, hasta en lo más realista, hay cierta dosis de subjetivismo. Por el contrario, ante la fotografía la mirada más común asume que lo fotografiado es la realidad tal cual. Me temo que no es así y que sucede lo mismo que con la pintura. Digo esto acordándome, por ejemplo, de la famosa e impactante vista de Toledo que pintó el Greco, en la que el alcázar y la catedral están más cerca en el cuadro que en la realidad (y prescindo del posible mensaje implícito en tal alteración). En la fotografía de Criptana el centro de atención, dada la perspectiva de la toma, es la torre de la iglesia. Cualquiera que haya mirado al pueblo desde la sierra sabe que el caserío, incluida la iglesia, queda a sus pies. Y esto me lleva a recordar las otras fotografías que he visto de aquella iglesia, cuyo valor arquitectónico era indudable, lo mismo que cuanto albergaba en su interior. La fecha de la fotografía, o al menos la del artículo en que apareció, me empuja a recordar un artículo de Larra escrito justamente cien años antes. Entonces España se hallaba inmersa en un proceso de transición hacia un régimen constitucional y liberal; se estaba produciendo la desamortización de los bienes eclesiásticos; Larra estaba todavía impresionado por la ira popular que, en 1835, había sacrificado no sólo a casi cien frailes culpándolos de la epidemia del cólera, sino saqueado e incendiado varios conventos. Previendo lo peor, escribió: “ahoguemos el despotismo, hundamos en la nada nuestros viejos abusos, regeneremos nuestra patria, pero salvemos con ella nuestros nombres, nuestra gloria, nuestras artes.” ¿No fue el temor de Larra una especie de profecía que en muchos lugares, entre ellos Criptana, se cumplió en 1936?
Habría mucho que comentar acerca de la melancolía, de la nostalgia que despierta comprobar cómo ahora ya es imposible obtener una imagen semejante. Baste considerar que un blog como este sirve, entre otras cosas, para mantener ágil la memoria. Muchas gracias por ello.
Estimado Vicente: Llevaba ya tiempo echando de menos sus comentarios que, como siempre son enriquecedores e interesantes… muy interesantes. Como habrá podido observar desde hace tiempo, no puede el que escribe esquivar las nostalgias ni las añoranzas. Puede que, quizá, si en algún momento no hubiese sentido esa punzada de nostalgia o de añoranza, no hubiese comenzado este blog. A lo mejor éste no es sino una cura necesaria para esos sentimientos, quizá una forma de paliarlas. Quizá sea una deformación profesional… no lo sé. Como siempre, muy agradecido.