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Un camino hacia Quero: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Seguimos hoy con esta serie dedicada a las confluencias de términos municipales, a aquellos lugares en los que se encuentra una encrucijada de límites. A lo mejor así, y como quien no quiere la cosa, vamos sumando una ruta más a las posibles en La Mancha y también en Campo de Criptana. Azorín hizo su «Ruta del Quijote»; a lo mejor nosotros estamos haciendo nuestra propia ruta de los puntos en que confluyen términos municipales, lugares a los que a lo mejor el curioso se acerca para sentir por un momento que uno de sus pies está en un término, el otro en otro, y una de sus manos en otro. O a lo mejor un pie en una provincia, y el otro en otra, uno en Ciudad Real, en otro en Toledo. Es cosa que, hay que reconocerlo, quizá produzca una cierta sensación placentera al curioso de estas anécdotas geográficas… que para todos los gustos hay.
Hoy vemos, al igual que ayer, un punto en el que confluyen dos pueblos de una provincia y un pueblo de otra. Los dos primeros son Campo de Criptana y Alcázar de San Juan, los dos en Ciudad Real; el segundo es Quero, en Toledo.
Tendrás que ir, lector, o caminante, o viajero, hacia las tierras llanas de la Laguna de Salicor, al valle, por llamarlo de alguna manera, o a la cuenca, para ser más rimbombantes, del arroyo de San Marcos. Lo más sencillo para llegar allí es seguir la carretera, la CM-3105, que para eso está, hasta su confluencia con la CM-310 (Alcázar de San Juan – Quintanar de la Orden). Pasarás por el Santuario del Cristo de Villajos. De nuevo, queda confirmado que todos los caminos llevan a Villajos.

Cerca de Salicor: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Ya en la carretera, toma, lector, caminante, o viajero, o curioso de los puntos en que convergen términos municipales, el camino que algunos llaman «de Santa Brígida», o «de Madrid», tal y como aparece en el plano del Instituto Geográfico Nacional de 1886. Recorrerás un llano que tiene, en su paisaje, algo de marciano, y dejarás a un lado el llamado «Montón de Trigo». Allí el paisaje cambia. Tendrás ante ti toda la cuenca del Arroyo de San Marcos. Mira a lo lejos, hacia el norte. Podrás ver una mancha brillante cerca del horizonte. Es la Laguna de Salicor… cuando tiene agua.
Cruzarás lo que queda de la llamada «Vía del Hambre». Sigue el camino; tendrás a la izquierda el paraje de Los Espartines, y a la derecha el del Sarro, y un poco más allá verás, encaramada en una colina, la Casa de la Hidalga. Volvemos por estos derroteros… siempre, no sé por qué, volvemos aquí, como si tuviesen estos parajes un polo de atracción especial. Dejaremos la Laguna de Salicor a la izquierda y seguiremos hasta el cruce con la llamada «Senda de los Cantareros», cerca de la «Casa del Cacharra». Tómala dirección E y continúa unos 1.600 metros. Te encontrarás el límite que separa a Campo de Criptana de Alcázar de San Juan.

Desde el camino de Quero: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Para encontrar el de Quero tendrás que ir a pie por el campo, en dirección NO y a los 458,94 metros tendrás ese punto en el que confluyen dos provincias, Ciudad Real y Toledo, y tres pueblos: Campo de Criptana, Alcázar de San Juan y Quero. Está en el paraje de La Cerrada, en las coordenadas latitud 39º 28′ 25.58″ N y longitud 3º 11′ 7.20 W, a 691 metros sobre el nivel del mar.
Se encuentra este punto a 9.470 metros de Campo de Criptana, a 9.370 de Alcázar de San Juan y a 6.520 metros de Quero. Campo de Criptana y Quero comparten poco límite… apenas 1.450 metros, y por esta distancia no comparte Alcázar de San Juan límite con Miguel Esteban.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
Curiosa serie, en principio de carácter toográfico. Sin embargo da pie para algún comentario. El principal es lo sugerido en el primer capítulo a propósito de lo límites. Son, en este caso, administrativos y, por tanto, arbitrarios. Pero, ¿acaso los considrados «naturales» lo son menos? Yo me esfuerzo en distinguir en qué difieren los pinos a uno y otro lado del río Sènia y no lo descubro; pero a un lado está Valencia y al otro Cataluña. ¡Ah, qué diferencia! Tampoco veo muy clara la diferencia entre los viñedos riojanos y los alaveses; pero a un lado está Rioja y al otro el País Vasco. ¡Ah, bueno, ya lo entiendo! ¡Menuda diferencia!. Cuando liberaron de Buchenwald a los prisioneros en 1945 volvían los supervivientes a Francia. Jorge Semprun, según cuenta él mismo, iba tombado en el camión y sólo veía las copas de los árboles. De pronto los compañeros comenzaron a gritar alborozados «¡Ya estamos en Francia!»; pero él no veía más que las copas de los árboles, siempre idénticas. Esto de las fonteras, los límites, las separaciones es uno de los inventos más disparatados que ha inventado el ser humano, una prueba de su dudosa raionalidad. Alguien dijo aquello de «libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre.» ¿Y en nombre de las fronteras?
El otro comentario es acerca de los dibujos que ilustran el segundo capítulo de esta serie. Me recuerdam a los que hacía Rembrandt cuando paseaba por las cercanías de Amsterdam. Los del maestro holandés son maravillosos; los del maestro manhego son admirables, evocadores, también maravillosos.
Estimado Vicente, acierta siempre con sus comentarios, y me da, dicho sea de paso, siempre muchos ánimos para seguir escribiendo este blog. Es reconfortante comprobar que hay alguien que lo sigue y lo lee con interés, y que lo enriquece con sus comentarios. De vez en cuando a uno le entran ganas de alejarse por un tiempo de los cuadros al óleo de gran formato y meterse de lleno en pequeñas acuarelas, en pequeños dibujos que, no por pequeños, son menos importantes. Y además ¿qué sería un pintor sin la base del dibujo? Nada. Sin dibujo no es posible la pintura, aunque cada vez abunden más quienes se empeñan en recorrer el cursus honorum artístico con rapidez buscando frutos que, seguramente, estarán muy verdes. El pintor necesita de vez o cuando, o quizá más a menudo de lo que se piensa, dibujar, y hacerlo con lo que sea, con carboncillo, con lápiz, con tinta, con un bolígrafo incluso… De nuevo, muchísimas gracias.