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Entre ríos: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Ya que nos situábamos ayer en tierras fronterizas entre Campo de Criptana y Arenales de San Gregorio, allá por los límites cercanos la río Córcoles, nos quedamos hoy por allí.
Hacen falta dos ríos y una tierra intermedia para tener una «mesopotamia». Eso, precisamente, significa «Mesopotamia», nombre de origen griego que alude a las tierras que están en medio de ríos». Hoy ya no son totalmente criptanenses las tierras de esta «mesopotamia» manchega, porque se divide, a partes desiguales, entre los términos de Criptana y de Arenales de San Gregorio. Pero en otro tiempo, antes de que Arenales de San Gregorio tuviese su propio término, hubo una «mesopotamia» criptanense.
Necesitamos dos ríos para tener una «mesopotamia». No son éstos de los que hablaremos hoy precisamente el Tigris y el Éufrates, los de la Mesopotamia de verdad, sino dos cauces más bien discretos, menos, digámoslo así, generosos en aguas, o nada generosos al menos en nuestros días, en que estos ríos ya no son ni sombra de lo que fueron.
Son estos ríos el Záncara y el Córcoles, o la «Acequia de Socuéllamos», como se llama también a este cauce, discreto, casi imperceptible en el paisaje.

Entre ríos… o lo que el viento se llevó: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Entra el Záncara en el término de Campo de Criptana precisamente junto al punto de confluencia entre los límires de éste, de Tomelloso y de Pedro Muñoz. muy cerca de la línea férrea Madrid -Alicante. Deja por allí el río al norte la Huerta de Dámaso, atraviesa el paraje de La Rinconada, luego el de Carralero, y más allá deja en la orilla norte el lugar de El Batán.
Más o menos a 3.260 metros al sur, siguiendo límite entre Criptana y Tomelloso, y luego entre Arenales y Tomelloso, entra en límite de Arenales el Córcoles, dejando al norte el Cerro del Calvo, y al sur la Cañada de Cortés.
Y así, con la placidez de los cursos acuáticos manchegos, van haciendo su cauce el Záncara y el Córcoles, como queriendo acercarse, como queriendo abrazarse, como repudiándose y alejándose (cosas del amor imposible entre ríos que, quieran o no, siempre acaban encontrándose), y van dejando las feraces tierras de viñedo en su «mesopotamia» particular, porque esta «mesopotamia» es tierra de dehesas, de viñas y de otros cultivos, paisaje alegre como pocos, paisaje vivaz, paisaje vibrante y luminoso. Las Perogilas, El Menudo, la Dehesa de Vista Alegre y el Cerro Perogil, el Vado del Guijarral, la Hoya Triguera, el Vado del Molinillo, la Casa de los Menudos, Las Guillermas, La Calzadilla y otros, son algunos de los lugares que quedan en esta «mesopotamia».

Río Záncara: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2011)
Recorre el Córcoles 6.300 metros en término de Arenales y allí al oriente, pasado el Camino de la Romana, entra en término de Criptana, buscando ya su encuentro, tras alguna que otra curva, con el Záncara. Unos 15 kilómetros y medio recorre el Záncara en el término de Criptana, de oriente a occidente.
Y ya, en el límite con Alcázar de San Juan, ambos ríos se van acercando. Entran en Alcázar con una lengua de tierra de apenas 65 metros de separación entre uno y otro. Ya se unirán un poco más al oeste. Y allí dejan esa «mesopotamia» que tiene una extensión de unas 3.865 hectáreas.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REILLO