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Comenzábamos ayer a desgranar los detalles del elogio a Celestino Martínez Santos que se publicó en el periódico El Heraldo de Madrid, del 14 de julio de 1912. Decíamos que este periódico sacó a toda página un publirreportaje sobre Campo de Criptana y su vida social, económica y política. Da una imagen el periódico de un pueblo vital, de un pueblo activo, de un pueblo lleno de proyectos, de un pueblo en pleno desarrollo que miraba al futuro. Variada y rica era la actividad económica en la que predominaba la vinicultura con una inmensa profusión de bodegas y de negocios relacionados con el vino. Pero, sin duda, el protagonista de aquella página del periódico es quien entonces presidía el consistorio criptanense, Celestino Martínez Santos Palmero y, por ello, el elogio que se le dedica ocupa la parte central de la página. No tiene nada de extraño. Martínez Santos era el alma máter del desarrollo de Campo de Criptana en aquellos años en los que, a falta muchas veces de medios económicos para llevar a cabo proyectos, no faltaba la imaginación y, sobre todo, la visión de futuro, algo que echamos muy en falta en la política actual.

Sigamos pues, reproduciendo lo que decía aquel elogio. Veíamos ayer la primera parte dedicada a la personalidad de Martínez Santos, al joven Martínez Santos que en 1909 había concluido su licenciatura en Derecho en la Universidad Central de Madrid y que en 1912, cuando se publicó el publirreportaje de El Heraldo de Madrid, hacía sólo seis meses que presidía el consistorio criptanense con tan solo veintiséis años.

Continúa el periódico refiriéndonos algunos de sus proyectos e ideas en el Ayuntamiento criptanense, y en eso seguimos:

Su paso por la alcaldía va á resultar fecundo y muy digno de loa. Por vez primera se celebró la culta fiesta del Árbol en Marzo de este año. En su tiempo se ha adquirido solar para construir plaza de abastos; va á procederse, siendo él alcalde, á trazar el plano de ensanche de la localidad, á la base de abrir una espaciosa vía de 18 metros, con bulevares, paseos, árboles, etc., que comunique la población con la nueva estación férrea y sus muelles, convencido de que las arterias de los pueblos son las vías de comunicación.

Pero la obra más importante, sin duda la más beneficiosa, que D. Celestino va á ver realizada en la etapa de su mando, va á ser el dotar la población de «aguas potables de calidad y en cantidad suficiente para llenar con exceso las necesidades y urgencias de la localidad». No es posible suponer que obra de tamaña importancia se debe sólo al esfuerzo de una persona; pero es innegable que la acción del alcalde, sus trabajos y gestiones, son causa del despertar de la opinión en este sentido y la reacción experimentada, haciendo un esfuerzo capaz de acometer obra tan importante como necesaria.

Como alcalde, el Sr. Martínez Santos se debe á todos, atiende y oye á cuantos llegan á él, y no es hipérbole si digo que de su madera se hacen los regidores y gobernantes de las grandes urbes.

Y hasta aquí llega el elogio a Celestino Martínez Santos publicado en el periódico El Heraldo de Madrid en un tiempo en que Campo de Criptana estaba sumido en enormes cambios que transformarían para siempre su faz y la vida de sus habitantes. Sería tarea infinita e interminable citar a continuación todos los acontecimientos de Campo de Criptana en aquellos años en los que estuvo presente Martínez Santos. La citada «Fiesta del Árbol», por la que él tanto hizo, es un ejemplo de ello (véase: Decisiones consistoriales varias: La fiesta del árbol, y los medidores y pesadores de mozos, Campo de Criptana 1912).

En otro elogio a Martínez Santos al que ya en otra ocasión hicimos referencia, en este caso en 1913, se ponía en relación esta Fiesta del Árbol con los progresos de la enseñanza en Campo de Criptana de los que él había sido impulsor (véase: Los progresos de la enseñanza y el elogio a Celestino Martínez Santos, Campo de Criptana 1913). Sobre el proyecto de abastatecimiento de agua a Campo de Criptana en 1912 no añadiremos nada más a lo dicho en la serie que ya en su momento dedicamos al tema: ¡Agua!… por fin (Campo de Criptana 1912) (I); ¡Agua!… por fin (Campo de Criptana 1912) (II); ¡Agua!… por fin (Campo de Criptana 1912) (III); ¡Agua!… por fin (Campo de Criptana 1912) (IV); y ¡Agua!… por fin (Campo de Criptana 1912) (V).

Concluimos aquí esta miniserie de dos artículos. No creemos, sin embargo, que finalicen aquí las oportunidades de recoger los tantos y tantos elogios que merecidamente se hicieron a Celestino Martínez-Santos Palmero por aquellos años, porque la vida social y económica de Campo de Criptana de aquel tiempo no se puede comprender sin él, aunque la desmemoria y el olvido criptanenses, tan propios y endémicos de Criptana, apenas hayan preservado recuerdo de su nombre.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO