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Tierras de Criptana… al norte: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Reconozco que los mapas siempre me han gustado. No sé por qué. Quizá porque un mapa nos permite imaginar una realidad que no tiene por qué coincidir con la real. Montañas, ríos, pueblos, caminos, límites… todo ello nos proporciona datos para recrear una geografía natural, pero también humana. Podemos con un mapa intentar averiguar por qué un pueblo está donde está y no un poco más a la izquierda o a la derecha, o al norte o al sur. Podemos evocar tiempos antiguos, cuando alguien se estableció en un lugar, porque hubiese abundancia de agua, porque estuviese protegido el lugar de las inclemencias del tiempo, porque la tierra fuese fértil… o por otras razones. Un mapa nos ayuda a comprender por qué nuestro espacio vital es como es.
Hoy buscamos el pasado de Campo de Criptana en un mapa de otro tiempo, en el Mapa geográfico del partido de Ocaña, perteneciente a la Órden de Santiago. Comprehende él Gobierno de la misma villa, y las varas del Campo de Criptana, Corral de Almaguer, Dosbarrios, el Quintanar, Pedro Muñoz, Tomelloso y Villaescusa de Haro; hecho de acuerdo y á costa del Real y Supremo Consejo de las Órdenes Por Don Tomas Lopez, Geógrafo de los Dominios de S. M. Madrid, año de 1784.

Los caminos a Criptana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Vemos en él completo el término de Campo de Criptana. Coinciden sus límites, casi exactamente con los actuales. En esto de las fronteras el tiempo parece no haber pasado. Hay fronteras que son resistentes a todo, incluso al final del Antiguo Régimen. Muestra el mapa el pueblo de Campo de Criptana y de él parten varios caminos. A lo mejor va a ser que Criptana es como Roma, que todos los caminos van a parar a él, o parten de él, que mismo da que da lo mismo. Cerca, en el camino de Pedro Muñoz, aparece «Nª Sª de Criptana», el santuario, y al norte del pueblo de Criptana otro santuario, el del «Sto Christo de Villajos». Esto era de esperar. Los lugares sagrados perviven a lo largo del tiempo, a lo mejor desde hace siglos, a lo mejor milenios. Cambian las religiones, cambian las creencias, pero los lugares sagrados perviven. Allí estaban los dos santuarios en 1784, y allí llevaban desde hacía mucho… mucho más de lo que podríamos imaginar.
Vamos al norte y encontramos la «Laguna de Sal», que hoy es la Laguna de Salicor, y al norte aparece dibujado un entramado de líneas que podría representar el encinar de Chito.
Y vayamos al sur, hacia el río Záncara. Encontramos diversos topónimos, algunos de los cuales aún hoy perviven. Están por allí, cerca de los caminos que confluyen en el Puente de San Benito, que son al norte los de Criptana y de El Toboso, y al sur el que va a Tomelloso, parajes como «Los cocederos de Santa Bárbara» y el «Vado de la Calzadilla». Y siguiendo el curso del río Záncara hacia el este, encontramos un pequeño molino dibujado en la margen norte, un molino de agua. Al sur una gran masa que representa tierras vírgenes, tierras de encinas, quizá monte bajo, se extiende por kilómetros, casi hasta el lugar llamado de «Arenales», que no es sino el «Arenales de la Moscarda de Campos» posterior, o el «Arenales de la Moscarda», hasta no hace mucho, o el Arenales de San Gregorio de hoy. Pero, según aparece en el mapa, hay allí una ermita de campo, o un oratorio rural. Pero sea como sea Arenales ya está allí, en su terreno, en 1784.

Tierras de Criptana… al sur: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Vemos, más hacia el sur un río. Hoy es el Canal del Guadiana, pero en el mapa de Tomás López aparece como «Rio Malacon». Pero sigamos más hacia el sur, porque el término de Criptana es introducía hacia el sur como en forma de cuña, y llegaba al mismo Tomelloso. Y allí, aún en término de Campo de Criptana está el lugar llamado «Altillo», o «El Altillo», como es más conocido, aldea criptanense que en 1841 pasó a jurisdicción de Tomelloso. Y no pasó sólo el lugar de «Altillo» a Tomelloso; también tierras de Campo de Criptana pasaron a ser de Tomelloso en aquel año.
A lo mejor esto no es mucho, pero quizá nos permite imaginar y recrear por un momento cómo fuesen aquellas tierras criptanenses en 1784, para darnos cuenta al final de que nada cambia tanto como se podría pensar. Tienen en esto los mapas algo de atracción fatal, tienen que a veces uno no puede dejar de mirarlos buscando una imagen del pasado, una mirilla que nos permita contemplar la vida de otros tiempos, aunque solo sea por un momento.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO
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