Etiquetas

, , , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Noche cerrada en invierno: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Noche cerrada en invierno: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2009)

Se cumplirán dentro de dos días, es decir, el 18 de febrero, los 62 años de la publicación en el periódico provincial Lanza de la crónica de una efeméride falangista en Campo de Criptana. El acto, sin embargo, había tenido lugar unos días antes, el día 6 de febrero, día de invierno frío, suponemos, a lo mejor también lluvioso. Dos columnas de la página del periódico ocupa la narración de los hechos. El texto se escribió en Campo de Criptana, y desde Campo de Criptana se envió a la redacción de Lanza. Pero no encontramos firma de su autor. No sabemos quién fue, pero fue, seguramente, alguien muy conocido en Campo de Criptana como indicarían algunos de los detalles que en el texto vamos a encontrar.

Y como esta historia será larga, iniciamos, como es de suponer, serie, de la que este artículo será la primera entrega. Esperamos ir desbrozando poco a poco esa jugosa crónica de la vida en Campo de Criptana en unos tiempos que no están tan lejanos.

Vamos a comenzar, pues, con la primera parte de ese artículo publicado, como ya se ha dicho, en el número de Lanza correspondiente al 18 de febrero de 1955. Todo comenzó en el corazón de Campo de Criptana, en su plaza… «Plaza del Generalísimo». Allí, aquella madrugada, de la que el autor de la crónica nos dice que era oscura y fría… allí, a las cinco y media se reunieron «los camaradas de las centurias», en palabras del periódico. Y allí estaba también el autor de la crónica, como narrador y como parte de la historia. Curiosamente, el cronista habla también de él en tercera persona (como hace habitualmente el que estoy escribe en tercera persona). Y además, nos añade el cronista, estaba adormilado, mientras:

… miraba al cielo sin estrellas para recibir en el rostro la llovizna ligeramente gresca que actuó confortablemente de total despertador.

Al amanecer: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Al amanecer: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)

Así pues, podemos imaginarnos aquella plaza criptanense de otros tiempos que, quizá, aún permanezca muy viva en el recuerdo de quienes la conocieron entonces. Hay paisajes y urbanismos desaparecidos que nunca olvidan quienes cotidianamente los vivieron, quienes habitualmente hacían un recorrido por una calle o por otra, o por un plaza en la que tantas y tantas historias a lo largo de los años encontraron su escenario privilegiado… historias buenas, e historias malas también. En el pasado no se puede elegir, ni lo pasado se puede cambiar ni se puede rehacer a discreción. Lo pasado, pasado está, para lo bueno y para lo malo. Queda recordar.

El cronista cuenta que se cruzó con un:

… grupo de rondadores que saludan con desenfado (sic) respeto al conocerme. ¡Hay que aprovechar los temporales! – dicen – al contestar a mis palabras de suave reconvención paternal.

Por esto precisamente sabemos que el cronista era de Campo de Criptana, y que era muy conocido en la localidad. Es fama en Campo de Criptana que cuando en el pueblo se oye el sonido del tren se anuncia lluvia. Y, en efecto, suele ser cierto. El sonido del tren anuncia lluvia, y se cumple. También vale como presagio de lluvia el cerco en la luna. Y tampoco suele fallar. Y que los pájaros se bañen en los charcos, o que vuelen bajo. También mi migraña augura lluvia, y tampoco falla. Son tantos los indicios que, si nos pilla la lluvia sin paraguas, es porque somos un poco dejados en esto de la observación de la naturaleza que siempre suele ser sabia y hacendosa.

Aquella madrugada del día 6 de febrero de 1955 se oyó el ruido del tren. El silencio de la noche se rompió por un momento, y ya entonces el cronista supo que iba a llover. Por supuesto, esta ley tácita de profunda raigambre criptanense y válida sólo para Campo de Criptana no cuenta si se vive cerca del ferrocarril, o se transita a junto a él. En esos casos, el ruido del tren es cosa obligada, razonable y natural, y no presagia nada, pero si alguien no lo oye es, realmente, para mirárselo muy a fondo. ¿Llovió al final o no? He aquí la cuestión. No la desvelaremos hoy. Continuaremos mañana.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO