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Todavía de noche… y lloviendo: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Noche cerrada, invierno, llovizna en la Plaza del Generalísimo… y ruido del tren que presagia lluvia. Aquel fue el escenario de aquella madrugada del 6 de febrero de 1955, cuando a las cinco y media de la mañana comenzaba la marcha de invierno del Frente de Juventudes criptanense. Nos cuenta todos los detalles una crónica que un criptanense, cuya identidad desconocemos, ya que no firma su texto, publicó en el periódico Lanza el día 18 de febrero. Por supuesto, tenemos en esta crónica una visión interesada del momento y del acto, una opinión, si se quiere, de un testigo presencial de lo sucedido en aquella marcha de invierno. Para nosotros es muy útil e interesante, porque nos proporciona en cierto modo una imagen congelada del pasado criptanense de mediados del siglo XX.
En el artículo de ayer veíamos, por así decirlo, un prefacio a la crónica, una descripción del escenario y del ambiente que se vivía en la Plaza del Generalísimo criptanense aquella madrugada del 6 de febrero de 1955. Pero nos quedamos con un detalle en particular, aparte del hecho de que son muchos los indicios que apuntan a identificar al cronista como criptanense: Se oía el ruido del tren, y cuando esto ocurre en Campo de Criptana, se avecina lluvia. Es ley tácita tan infalible como que el triángulo tiene tres lados y no puede tener cuatro, o que una oración copulativa no puede tener un complemento directo, por mucho que sean multitud los estudiantes de Lengua que en sus análisis sintácticos se empeñan en analizar el atributo con tal función… aberración de aberraciones.
Nos traslada ahora el cronista a la Delegación de la Falange en Campo de Criptana. Allí se encuentra el ayudante de las Falanges Juveniles. Espera junto a los primeros grupos. Van poco a poco llegando más miembros, en grupos de tres y cuatro,
… sinfonizando con sus risas alegres el misterio de la noche invernal.
Y entonces suenen las campanadas en el reloj y vuelve a la memoria del cronista una figura criptanense ya desaparecida. Pero él la recuerda todavía. Es el sereno, porque en Campo de Criptana los hubo en otro tiempo:
Por un momento esperé que el sereno, aquel sereno de mi niñez, exclamara: ¡Ave María Purísima…! Las seis en punto y lloviendo».

En la estación: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Y así sabemos que a la seis de la mañana de aquel día ya llovía. El ruido del tren no falla. La lluvia ya está allí, como era de esperar. Y se mojará el grupo, porque una vez todos reunidos enfilarán la calle camino de la estación, pero esto ya es cosa para el artículo de mañana.
No podemos finalizar sin recordar artículos de este blog en los que aparece la figura del sereno en el Campo de Criptana de otros tiempos:
Se buscan peones y serenos… y un secretario (Campo de Criptana 1891)
El pito de un sereno (Campo de Criptana 1895)
La crisis consistorial… y ahora los serenos (Campo de Criptana 1896)
Serenos de Campo de Criptana, o cuando la jubilación nunca llegaba (1930)
Añadamos que en Campo de Criptana había también pregonero (véase: Cuando había pregonero, Campo de Criptana 1926).
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO