Etiquetas
Alameda de Cervera, Alicante, Arenales de la Moscarda, Bodega, Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, campo de criptana, Cartero, Decadencia, Dirección General de Obras Públicas, Escuela, Estación, Estación de Río Záncara, Estación vieja, Ferrocarril, Frente de Juventudes, Iglesia, Instituto Geográfico Nacional, Libreta geográfica y estadística, Llegada, Madrid, Marcha de invierno, Ministerio de Fomento, Parada, Ruinas, Salida, Socuéllamos, Tráfico de viajeros, Tren

La estación de Río Záncara: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Toda la historia es un cúmulo de casualidades, de pequeños hechos que modifican para siempre su transcurso. Estos días ha aparecido en artículos anteriores de este blog continua referencia a la Estación de Río Záncara, estación, y no sólo estación, también pueblo, en otro tiempo lleno de vida. Fue realmente una pirueta del destino que aquella estación se construyese en tal lugar, porque no fue esa la ubicación original. En el mapa del Instituto Geográfico Nacional de 1886, hoja 714, encontramos junto a la línea de ferrocarril, en su kilómetro 168, un lugar designado como «Estación vieja». A tal lugar dedicamos ya en su momento un artículo en este blog (véase: La estación fantasma, Campo de Criptana 1886). Éste fue el lugar elegido para la estación de Záncara. Sin embargo poco tiempo duró allí, si tenemos en cuenta que los primeros trenes comenzaron a circular por estas tierras en marzo de 1855 y en mayo de 1863 se publicaba en el Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, del 18 de mayo de 1863 un anuncio de los «Ferro-carriles de Madrid á Zaragoza y á Alicante» que dice lo siguiente:
Con motivo de la traslación de la estación de Záncara del kilómetro 168 al 172, la Dirección general de Obras públicas ha aprobado en 5 del actual la modificación de los trenes 1, 2, 7 y 8 según resulta del cuadro siguiente…

El pasado esplendor: José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Y se inserta a continuación el cuadro. Podemos encontrar los siguientes trenes:
Tren número 2: Madrid – Alicante
Llegaba a Campo de Criptana a las 12:10, paraba dos minutos, y partía rumbo a estación vieja de Záncara a las 12:12. Llegaba a ella a las 12:31, paraba cinco minutos y partía a las 12:36. La llegada a Socuéllamos era a la 1:04 minutos, don dos minutos de parada y partida a la 1:06. Con el traslado de la estación Záncara, se modificaban los horarios de llegada de este tren a ella: llegaría a las 12:38, con parada de dos minutos y salida a las 12:40.
Tren número 8: Madrid – Alicante
Tenía su llegada a Criptana a la 1:11, paraba un minuto y partía a la 1:12. A la estación vieja de Záncara llegaba a la 1:31, con cinco minutos de parada y salida a la 1:36. A Socuéllamos llegaba a las 2:03, con 3 minutos de parada y salida a las 2:06 horas. A la nueva estación de Záncara llegaría a la 1:38, con parada de un minuto, y salida a la 1:39.
Tren número 1: Alicante – Madrid
Llegaba a Socuéllamos a las 4:09 horas, con dos minutos de parada, y salida a las 4:11. A la estación vieja de Záncara llegaba a las 4:38, con 5 minutos de parada y salida a las 4:43. A Criptana llegaba a las 5:02, con dos minutos de parada y salida a las 5:04 horas. El horario para la nueva estación de Záncara se modificaba del siguiente modo. La llegada sería a las 4:32, con dos minutos de parada y salida a las 4:34.

Decadencias: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Tren número 7: Alicante – Madrid
Llegaba a Socuéllamos a las 2:05, paraba tres minutos, y salía a las 2:08. A la estación vieja de Záncara llegaba a las 2:34, con 5 minutos de parada, y salida a las 2:39. A Criptana llegaba a las 2:57, con 1 minuto de parada y salida a las 2:58. La modificación propuesta para la nueva estación de Záncara situaba la llegada a las 2:28, con 1 minuto de parada, y salida a las 2:27 (sic, errata, por 2:37).
Este traslado, sin duda, cambió la historia. Una estación atrae población, llama al progreso, invoca al desarrollo económico. Una estación de ferrocarril transforma el paisaje, y la economía, y la sociedad. La estación de Záncara lo hizo, y configuró a su amparo un pueblo que fue floreciente en las últimas décadas del siglo XIX y en las primeras de sigo XX. Tuvo escuela, tuvo cartero, tuvo iglesia, tuvo bodegas… tuvo todo lo que un pueblo podría desear.

Reflejos de la vida cotidiana: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2015)
Y creció, tanto que en 1945 ya figuraba entre los «Anejos de la provincia que no constituyen ayuntamiento y tienen más de 300 habitantes» de la Libreta geográfica y estadística, y de curiosidades diversas de la provincia de Ciudad Real. Edición de 1945 (pág. 18), se da la cifra entonces de 523 habitantes, mientras que, por ejemplo, para Alameda de Cervera se da la de 310 habitantes y para Arenales de la Moscarda 871.
Estaba en todo su esplendor aquel pueblo cuando en 1955 la marcha de invierno del Frente de Juventudes llegó allí en tren, una noche, quizá ya madrugada, del 6 de febrero de 1955.
Pero algo se torció en su progreso. Lo cuenta con gran detalle la revista Bisagra, núm. 208, del 22-28 de diciembre de 1991. Testimonia este artículo la decadencia y fin de un pueblo. Aún vivía allí por aquel año una familia, los últimos de «Estación de Río Záncara». El golpe final vino cuando en 2001 el Ministerio de Fomento decide suprimir el servicio de tráfico de viajeros en su estación. De nada valieron las quejas que tal decisión suscitó en la comarca (Periódico del Común de La Mancha, núm 222, del 21 de diciembre de 2001).

El gato de la Estación de Río Záncara: Foto de José Manuel Cañas Reíllo (2016)
Hoy la Estación de Río Záncara es un paisaje en ruinas entre las que, de vez en cuando, se puede vislumbrar algún reflejo de su viejo esplendor. Puede imaginar el viajero la vida cotidiana en sus casas. Sus hogares aún permanecen allí en pie, pero ya no hay fuego ni calor, ni hay quien cocine en ellas, ni familias que se reúnan en la mesa. Hoy todo es soledad… ¿Todo? No, todo no. De vez en cuando un gato se cruza en el camino del viajero, o se oye a lo lejos un coche en la carretera. Como todas las historias de esplendor y caída, también la de Estación de Río Záncara tiene algo de fascinante y, a la vez, de melancólico.
JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO