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Traíamos en el artículo de ayer a don Bernardo… Bernardo Gómez, quien fue durante mucho tiempo director de la Filarmónica Beethoven criptanense, y compositor musical, y farmacéutico reputado. Enlazamos con él el artículo de hoy, aunque nos situamos en una época en la otro director, el director por excelencia, se hacía cargo de la Filarmónica Beethoven, el maestro Angulo. Estamos en el año 1943, para ser más precisos a finales del mes de junio, en los inicios del verano. Era el momento oportuno para que comenzase de nuevo el ciclo de…. ¡los conciertos populares de la Filarmónica Beethoven!

Y fue el tema noticia, y se informó debidamente de ello en el periódico Lanza, del jueves 24 de junio de ese año. Tiene en la página 5 Campo de Criptana su propia sección. Incluye, en primer lugar, la noticia sobre la Filarmónica Beethoven; sigue a continuación una «Felicitación al Frente de Juventudes». Viene luego una nota de sociedad, con el bautizo de María de las Nieves, hija de Feliciano León, a la sazón alcalde de Campo de Criptana. Finaliza la sección con una reseña de las multas impuestas por el Ayuntamiento.

Tal y como nos dice el periódico Lanza, aquel jueves era uno de los que relucían más que el sol. Era jueves del Corpus. Aquel día comenzarían los conciertos populares de la Filarmónica Beethoven. Y sería en el lugar adecuado para ello, pensado para ello, el ideal para tal fin: «el kiosco de los jardinillos de la plaza del Generalísimo»… nos dice Lanza.

A continuación se detalla el programa, que formaría parte, según Lanza, de «la labor de divulgación y educación musical del pueblo» que llevaba a cabo el director, «el prestigioso Maestro Angulo». Así, en ese programa había un extraordinario equilibrio, pues combinaba obras recientemente publicadas, con algún clásico y con piezas populares.

Así, en aquel concierto del Corpus se comenzaría con un pasodoble, Paso al rumbo, de José Franco. Seguían el Minueto del Septimino, de Beethoven; la fantasía El puñado de rosas, de Ruperto Chapí; una selección de La Viejecita, de M. F. Caballero, la rapsodia Falla Valenciana de Ángel Penalva, y el pasodoble Manolo Martín Vázquez, de E. Cebrián. Así lo dice Lanza.

El verano acababa de comenzar. También el ciclo de conciertos populares desde aquel kiosco que muchos asociamos, mucho tiempo después de que desapareciera, con aquella vieja plaza criptanense de pérgolas, fresca sombra en verano, bancos de piedra, jardincillos, pinos, terraza del Casino Primitivo bajo enormes toldos… plaza recoleta, plaza cantarina, plaza acogedora y cálida. El kiosco estaba en su corazón, porque a lo mejor era su corazón. Sustituir aquella plaza por la actual ha sido, posiblemente, la peor ocurrencia en Campo de Criptana en los últimos cincuenta años.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO

 

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