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Comenzábamos a desgranar ayer el capítulo más extenso de todos cuantos se encuentran en la sección dedicada a Campo de Criptana en el Anuario Comercial Manchego. Buena parte de bodegas y de productores de vino han sido ya objeto de reseña, muchos apellidos ya de sobra conocidos en Campo de Criptana, muchas bodegas que, aunque ya mucho tiempo cerradas, e incluso ya inexistentes tragadas por la expansión urbanística criptanense, todavía despiertan el recuerdo de muchos de quienes, de paso por las calles en las que estuvieron, aún comentan: «Aquí estuvo la bodega de tal, o la de cual…». Hubo un tiempo, incluso, que no era necesario recurrir a nombres de calles, sino que las bodegas eran la coordenada geográfica, y se decía, «en la calle de la bodega tal… o de la bodega cual». Hoy las que quedan son recuerdo de lo que fueron; de las que no queda nada, nos encargaremos nosotros de perpetuarlas en la memoria. Pero, por lo pronto, más que de bodegas nos estamos ocupando de productores o de comercializadores de vino.

En el artículo de ayer, que era la primera entrega de esta subserie, nos ocupábamos de los nombres cuyos apellidos iban de la A a la G. Hoy veremos desde la H a la M, teniendo en cuenta que la primera plantea problemas de lematización:

Hijos de Isidoro Angulo.- Monte.
M. Huertas Sánchez Canillejo (sic, «Carrillejo»).- Avenida Gasset, 8.- Tl. 22.
Manuel Lara Leal.- Veracruz.
Ángel Leal Manjavacas.- Reina.
Juan José Leal Manjavacas.- García Morato, 1. Tl. 155.
Rafael Ludela (sic, por Ludeña?) Muñoz.- Paloma, 5. Teléfono 168.
A. Manazares (sic, por Manzanares) Rodríguez.- I(saac) Peral, 5. Teléfono 30.
Francisco Martínez Montoro.- Agustín de la Fuente, 4.
Alfonso Molina Olivares.
I. Montero Sánchez.- Plaza del Pósito, 2. Teléfono 281.

Hasta aquí llegamos hoy. Hagamos un pequeño excurso sobre el último, porque aún recuerda el que escribe su establecimiento de vinos y de licores en la Plaza del Pósito. Era el de Inocencio Montero, era cuando la plaza del Pósito tenía otro paisaje, otro aire, cuando era más coquetona y más agradable para el viandante, cuando era más acogedora para el criptanense que acertaba a pasar por allí, cuando no era una triste explanada dedicada a aparcamiento. ¿Para eso desapareció su jardincillo? ¿Para eso se suprimió su fuentecilla? ¿Para esto se trasladó el monumento a Bernardo Gómez a otro lugar? Sí, para convertir esta plazoleta en vulgar aparcamiento.¿Por qué, de unos años a esta parte, los cambios son siempre a peor (véase el Parque Municipal)?

Pero el despacho de vinos de Inocencio era allí, en aquella plaza, una institución, y hoy, que he visto su nombre en este listado, no he podido evitar que la imagen de aquel tiempo, imagen nostálgica de la plaza del Pósito, me haya venido a la memoria. Seguiremos en el artículo de mañana.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO

 

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