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Hablando de barcos («Rackosy»): Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2011)

Venía uno anunciando con mucho bombo y platillo, que después de concluir la serie dedicada a Campo de Criptana en el Anuario Comercial Manchego (1965-1966) vendría una retahíla de epílogos. Pero, aquí, ha acabado la historia como el parto de los montes horaciano, y entre tanto y tanto ruido las montañas parieron un ratón… o un epílogo, en este caso. O el mucho ruido para tan pocas nueces shakespeariano, que también vale para esta circunstancia. Pero el que escribe es, en ciertas circunstancias, un poco veleta, y cambia de opinión como cambia el viento de dirección, y de lo que dije ayer me desdigo hoy. Habrá epílogo, pero no como tal, sino como otra serie en la que vemos interesante trazar un mapa criptanense de apellidos, de la sociedad y de la economía del Campo de Criptana de aquellos años 1965-1966. Pero es harina de otro costal, y será más adelante, y serán series independientes de la ya concluida, porque no conviene mezclar cosas diferentes, porque al final, es como mezclar agua y aceite: Que la mezcla no queda nunca bien.

Por ello hoy nos tomamos un respiro y nos apartamos un poco del Anuario Comercial Manchego y nos vamos hacia el pasado, retrocedemos como en un viaje en el tiempo, y nos situamos en el año 1912. Lo bueno de este blog es que aquí, para un viaje en el tiempo, no necesitamos la máquina del tiempo de Herbert George Wells. Un chasquido de dedos, o mejor dicho, de imaginación, nos basta para invertir el paso del tiempo, y para que el reloj marque las horas en la dirección contraria. Y nos quedamos en el año 1912.

El puerto: Óleo de José Manuel Cañas Reíllo (2014)

Nos trae a este año una nota que se publicó en el periódico provincial por excelencia de aquel tiempo, El Pueblo Manchego (año II, núm. 403, del 11 de mayo), éste que tantas satisfacciones nos ha dado desde hace mucho en este blog, éste en el que ejercía como corresponsal un criptanense que durante años estuvo enviando casi diariamente imágenes vivas del Criptana del tiempo en forma de crónicas detalladas y vibrantes. Algo se movía en aquellos días en la provincia, y a lo mejor también en España. Había surgido un movimiento para promover una suscripción para pagar la bandera del acorazado «España», que había comenzado a construirse en 1909 en los astilleros de El Ferrol y había sido concluido y botado a comienzos de febrero de 1912. El citado número del periódico provincial iba publicando poco a poco los resultados de la suscripción en la provincia, y aquí encontramos a Campo de Criptana. En cada pueblo había una delegación de la suscripción. En Criptana la delegada era la «excelentísima señora marquesa de Torremegía». Salgamos al paso ahora, y señalemos que esta suscripción fue cosa exclusiva de la alta sociedad de la época y que entre los nombres de quienes participaron se encuentran solo mujeres.

He aquí a continuación los nombres de las criptanenses que participaron en esta subscripción, agrupados por la cantidad que entregaron. La mayor parte de ellas hicieron donativos de una peseta:

Excma. Sra. Marquesa de Torremegía, Dª Luisa Ruescas, D.ª Rosario Olmedo, de Martínez Santos; Dª Nieves Granero, Dª Carmen Baillo, de Penalva; Srta. Carmen Penalva y Baillo, señorita Paz Penalva y Baillo, Srta. Pilar Penalva y Baillo, D.ª Paz Baillo y Salcedo, Dª Remedios Baillo y Salcedo, Dª Dionisia Pérez, Dª Jerónima Salcedo, doña Cirila Gómez, Dª Rosario Olmedo, de Moreno; Dª Julia Ruescas, Dª María Ruescas, de Cuadra; Dª Sacramento Palmero, Dª Carmen Moya, Dª Algela (o Angela?) Salcedo, de Girón; Dª Carmen Salcedo, Dª Emilia Juárez (¿o Suárez?), de Figueroa; Dª Micaela Salcedo, de Quirós; Dª Emilia Pérez, de Ruescas; Dª Dolores Ocaso, de Perucho; Dª Antonia Cano y Morales, Dª Consolación Fernández, Dª Milagros Corona, de Rubio; Dª Adriana Granero, Dª María de Jesús y Moreno; Dª Carmen García Casarrubios, Dª Pilar Pérez Carral; Dª Teresa Díaz Pérez, Dª María Olvido Leal, Dª Josefa Boronat, doña Agustina Treviño.

Y sólo una participó con 50 céntimos:

Dº Felisa Lara, de García.

En total, la recaudación en Campo de Criptana fue 36,50 pesetas. Y el acorazado se hizo a la mar; el acorazado hizo sus misiones de rigor, y viajó, como es obligación de un barco, y surcó los mares y los océanos. Sin embargo, en 1921 encalló en la costa chilena y en 1923 le llegó su fin. A causa de la niebla el acorazado embarrancó.

JOSÉ MANUEL CAÑAS REÍLLO